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Juan Manuel Bellver

El turismo, ¡qué gran invento!

«El turismo español se ha desplomado en 2020, sin que nadie en la administración central parezca preocupado por arreglarlo»

Opinión
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El turismo, ¡qué gran invento!

Charlie Gallant | Unsplash

El pasado 13 de febrero tomaron posesión de sus cargos, en el Palacio del Quirinal, los nuevos ministros del flamante Gobierno italiano presidido por Mario Draghi. Muchos de ellos eran completamente desconocidos para sus compatriotas, puesto que el exmandamás del Banco Central Europeo ha diseñado un ejecutivo de crisis compuesto por 15 políticos procedentes de los diversos partidos que forman la heterodoxa coalición (Movimiento 5 Estrellas, Partido Demócrata, Libres e Iguales, Italia Viva, Forza Italia y La Liga) y ocho técnicos de prestigio, sin aparente filiación, como el exdirector del Banco de Italia, el ex consejero delegado de Vodafone o la expresidenta del Tribunal Constitucional. ¿Se imaginan algo así en nuestro país? Sería un sueño…

Pero no les hablo de esto para hacernos mala sangre pensando en cómo se las gasta últimamente el Gobierno español, con esas peleas internas por la ley trans, la del aborto, la de igualdad, la de vivienda y otras tantas que –en su universo lisérgico– siguen considerando prioritarias a estas alturas. Lo cuento porque, en pleno replanteamiento de casi todo debido al estado de emergencia provocado por la pandemia y sus nefastas consecuencias a corto plazo, Súper Mario ha decidido recuperar una vieja idea de la patronal transalpina, dándole al Turismo un ministerio propio, a la cabeza del cual no ha puesto a ningún chiquilicuatre, sino a Massimo Caravaglia, que ya fue subsecretario de Asuntos Económicos en el antiguo gabinete de Conte y ha ocupado diferentes cargos ejecutivos a lo largo de su trayectoria.

Me importa un pimiento que Caravaglia sea miembro de la conservadora y ultra-nacionalista Liga de Mateo Salvini, mientras cumpla con su cometido de intentar salvar en los próximos meses esta actividad tan estratégica. Lo que de verdad me importa es ese gesto coherente de Draghi de escindir el Turismo del Ministerio de Patrimonio y Actividades Culturales para prestarle la debida atención a un sector que representa el 13% del Producto Interior Bruto y emplea al 15% de la población activa. Precisamente el turismo centró, el otro día, el discurso del nuevo primer ministro ante la Cámara de Diputados. Un discurso en el que destacó su trascendencia en la economía italiana y anuncio que, debido al especial impacto de la pandemia en las empresas del sector, estas «deben recibir toda la ayuda posible».

Llámenme chalado, pero me acordé entonces de esa comedia costumbrista dirigida por Pedro Lazaga en 1968 y titulada El turismo es un gran invento. En aquel largometraje disparatado, rodado en pleno desarrollismo franquista a mayor gloria de Paco Martínez Soria, José Luis López Vázquez y Antonio Ozores –¡vaya trío increíble!–, el alcalde de un modesto pueblo aragonés decide viajar a Marbella en compañía de su secretario para aprender cómo convertir Valdemorillo del Moncayo en un centro turístico de primera fila evitando así que los jóvenes del lugar se marchen a trabajar a la costa.

Aunque se trate de un filme de serie B, sin la menor ambición de trascender, con el tiempo ha ganado valor como documento antropológico de una época en que Manuel Fraga Iribarne era titular del Ministro de Información y Turismo y las suecas en biquini empezaban a provocar desasosiego entre los cohibidos españolitos, mientras las poblaciones del litoral y las islas comenzaban su despegue económico con una oferta básica y barata de tapas, sangría, sol y playa.

Aquello fue el inicio de un ascensión que alcanzó quizá su punto culminante en 2019, cuando el sector turístico facturó 154.487 millones de euros, lo cual representaba un 12,4% de nuestra economía. Casi un 60% de esa cifra (92.278 millones) procedía de los bolsillos de 83,7 millones de visitantes foráneos que vinieron entusiasmados a la piel de toro para disfrutar de los monumentos y la naturaleza, de la siesta y de la fiesta.

Pero el turismo español se ha desplomado en 2020, sin que nadie en la administración central parezca preocupado por arreglarlo, con 65 millones de visitantes extranjeros menos y una caída de ingresos del 69% (106.000 millones de euros) respecto al ejercicio anterior, como consecuencia de la práctica paralización del sector. O sea que volvemos a los niveles de 1995, cuando el peso de esta actividad apenas suponía el 4,3% de nuestro PIB.

Si los datos macroeconómicos les parecen un tanto asépticos, acerquémonos un poco más a los problemas de la calle –que no son, en absoluto, los de los seguidores del rapero Hasél–: 293.000 empleos definitivamente perdidos y 435.000 expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) con un futuro más que incierto. Según un portavoz de Exceltur, si en el plano general el empleo ha caído en un 2,5%, en el turismo lo ha hecho en un 38%. Y no veo a nadie quemando contenedores ni tomando al asalto comisarías. ¡Pero si en Francia ya estarían en las barricadas con chalecos amarillos!

Para la asociación Exceltur, formada por 33 compañías líderes en transporte, alojamiento, agencias de viajes, medios de pago, alquiler de coches, hospitales turísticos y centrales de reservas, es urgente que el gobierno de Sánchez diseñe un plan de apoyo y rescate similar al de otros países de la Unión Europea, acelerando el ritmo de vacunación, avanzando hacia un ERTE estructural más flexible e inyectando ayudas directas que ascienden a 5.316 millones de euros para los próximos seis meses. No lo tienen fácil. Por eso prevén caídas del 79% de sus ventas para el primer trimestre de este año y, en sus cálculos más favorables, sitúan el resultado final del ejercicio un 45,4% por debajo de 2019. O sea, una nueva catástrofe.

Entretanto, la ministra de Industria, Comercio y Turismo, la bienintencionada Reyes Maroto, ha llamado al optimismo anunciando que podría recuperarse la actividad turística en Semana Santa, «si se dieran las condiciones necesarias», al tiempo que ha confirmado la voluntad de organizar la Feria internacional de Turismo FITUR 2021, del 19 al 23 de mayo en Madrid, y el Mobile World Congress en junio en Barcelona. Permítanme que me frote los ojos para comprobar que no estoy flipando. ¡Pero esta gente vive en una realidad paralela!

Entiendo que FITUR es, a su manera, importante para reimpulsar la actividad turística internacional, además de un foro muy oportuno para debatir sobre pasaportes sanitarios o corredores turísticos. Sólo que la libre circulación de personas sigue «pendiente de criterios exclusivamente epidemiológicos» –como señaló recientemente la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero– y generar falsas esperanzas en el pueblo llano se me antoja una nueva maniobra de distracción. ¡Claro que, como dice Maroto, sin turismo será más difícil la recuperación! Pero tengo dudas de que alguien la escuche en este ejecutivo cada vez más bipolar. Y entre esos brindis al sol y la inanidad no hay mucha diferencia. Nos toman por Paco Martínez Soria…

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