THE OBJECTIVE
Jose Balsa Barreiro

Erase and rewind

El desacierto de la política exterior estadounidense en la zona, unido a la excesiva burocracia de grandes instituciones como la ONU y la UNESCO, pone de manifiesto la inoperancia internacional en la intermediación del conflicto.

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Erase and rewind

El desacierto de la política exterior estadounidense en la zona, unido a la excesiva burocracia de grandes instituciones como la ONU y la UNESCO, pone de manifiesto la inoperancia internacional en la intermediación del conflicto.

Durante las últimas semanas, el grupo yihadista Estado Islámico (EI) está llevando a cabo una escalada de destrucción en varios enclaves culturales y artísticos localizados en Siria e Irak. Primero fue Mosul, una ciudad de casi unos dos millones de habitantes situada en el norte de Irak, la cual es el principal bastión yihadista en la región. En los ataques a esta ciudad los extremistas devastaron algunas estatuas del Museo de la Civilización, varias iglesias e incluso un monasterio, el de Markoukas (San Jorge). El siguiente objetivo fue Nimrud (denominada Calah en el Antiguo Testamento), una ciudad asiria fundada en el siglo XIII a.C. a orillas del río Tigris. Las primeras estimaciones, poco precisas todavía, apuntan a la desaparición y destrucción de más de la mitad de las ruinas asirias de la ciudad.

La ciudad milenaria de Hatra (Patrimonio de la Humanidad desde el año 1985), otrora importante centro comercial y religioso que incluso había llegado a ser capital del primer reino árabe, fue la siguiente de este macabro recorrido. Los ataques sobre esta ciudad han destruido una parte significativa de su rico legado arquitectónico, siendo completamente arrasados un templo, un palacio y parte de la fortificación que rodea la ciudad. Khorsabad, capital de Asiria durante parte del reinado de Sargón II (722 – 705 a.C.) ha sido el último objetivo yihadista, resultando devastados varios palacios, entre ellos los de los reyes Senaquerib y Sargón II.

Cuantificar toda la devastación producida por los grupos extremistas no es una tarea fácil. Los arqueólogos están evaluando la magnitud real de los daños, aunque su imposibilidad de acceder a la zona dificulta mucho su tarea. La propia ONU ha cuantificado, empleando técnicas de monitorización satelital, que las acciones de los extremistas durante estos años podrían haber supuesto la destrucción de más de 20 ciudades, y el deterioro grave de unas 190, aunque se apunta a que las cifras reales pueden ser considerablemente mayores.

Todas estas acciones por parte de los grupos extremistas proponen una “limpieza cultural” ante cualquier vestigio de civilización preislámica en la zona, borrando así todo rastro de veneración a cualquier otro ídolo diferente a su Dios. Se persigue así una adulteración de la historia (erase and rewind) de estos territorios, que no sólo afecta al patrimonio arquitectónico sino también a las propias raíces culturales, tal y como prueba el ataque a la biblioteca de Mosul, donde se estiman que pudieron haber sido quemados más de 100.000 manuscriptos y libros.

De toda esta espiral destructiva hay varios aspectos que deben ser considerados. Primero está la escenificación mediática por parte de los extremistas que, en muchos casos, persiguen únicamente alcanzar una cierta notoriedad pública. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en el ataque al Museo de Mosul, donde muchas de las piezas devastadas no eran más que réplicas de escaso valor.

Por otra parte está el saqueo previo o simultáneo a la propia acción destructiva, durante el cual los extremistas buscan piezas de (alto) valor para su posterior venta en los mercados de contrabando. Mediante este modus operandi los grupos extremistas obtendrían el dinero necesario para la financiación de todas sus actividades.

Y por encima de todo subyace la falta de una respuesta internacional coordinada, hasta ahora claramente ineficiente. El desacierto de la política exterior estadounidense en la zona, unido a la excesiva burocracia de grandes instituciones como la ONU y la UNESCO, pone de manifiesto la inoperancia internacional en la intermediación del conflicto. Está por ver cuándo y cómo la situación es lo suficientemente grave para reaccionar. De momento las amenazas de destrucción ya apuntan como próximos (posibles) objetivos a las pirámides de Egipto, tal y como ha señalado Abu Bakr al-Baghdadi, líder del grupo EI. 

 

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