THE OBJECTIVE
Francisco Martinez

Grecia no invita al optimismo.

El drama griego no tiene visos de terminar en un futuro cercano. Las actuaciones del nuevo gobierno griego generan aún mayores dudas.

Opinión
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Grecia no invita al optimismo.

El drama griego no tiene visos de terminar en un futuro cercano. Las actuaciones del nuevo gobierno griego generan aún mayores dudas.

A lo largo de todo el fin de semana venimos escuchando en las noticias que Grecia y la Eurozona finalmente han llegado a un acuerdo que permite a Grecia obtener fondos de aquí a junio, siempre y cuando el Eurogrupo acepte las medidas que presente Varufakis. 

De manera que ni bonos perpetuos, ni créditos puente ni el fin de la austeridad. Europa no ha cedido y se ha mantenido firme mandando así un mensaje al resto de movimientos populistas similares a Syriza. Al menos de momento.

Lo que ocurre es que esta es la tercera crisis que sufre el país heleno desde el año 2010. Fue entonces cuando, además de producirse el rescate, el gobierno griego admitió que se habían falseado las cuentas con el conocimiento del FMI y de las instituciones europeas. De manera que resulta irónico que se trate de buscar un culpable de la situación actual cuando la realidad es que en Grecia se llevan haciendo mal las cosas desde hace muchísimo tiempo. Esa es precisamente una de las razones por las que no se contempla de momento la salida de Grecia del euro, además de los griegos, la pagaríamos todos los europeos (esta vez directamente) ya que los principales acreedores de Grecia son nuestros países. Un dato, se estima que la salida de Grecia del euro supondría para Europa un coste de 250 billones de €. 

La realidad es que a lo largo de treinta años ni Grecia ni la UE han sido incapaces de poner orden en el país heleno. La llegada al poder de Syriza para combatir la austeridad tampoco parece que vaya a lograrlo. De hecho ha motivado una salida masiva de capital, tan sólo el viernes la cifra alcanzó el billón de €, y ya van 23 billones desde que el pasado diciembre se convocaran elecciones.

El drama griego no tiene visos de terminar en un futuro cercano. Las actuaciones del nuevo gobierno griego generan aún mayores dudas. Grecia no invita al optimismo, pero me temo que Europa tampoco.

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