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Paco Segarra

La guerra de Vietnam, esa mentira

«Mira, hijo, aquello del Vietnam fue una mentira de esos asquerosos políticos de Washington. ¿Combatir el comunismo? Déjame que me ría»

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La guerra de Vietnam, esa mentira

«Mira, hijo, aquello del Vietnam fue una mentira de esos asquerosos políticos de Washington. ¿Combatir el comunismo? Déjame que me ría»

Venía ayer nuestro diario lleno del tipo de noticias que avalan a Satanás como príncipe de este mundo: crímenes comunistas en Corea del Norte, reunión de masones en la ONU –esa cosa– para hablar de la mentira climática, otro crimen en Pakistán -olvidado ya de todos el de Shahbaz Bhatti, católico, ministro para las minorías- y Obama, que ahora dice que hay que honrar a los veteranos de la guerra infame.

Habla el coronel de boinas verdes Claude Haribey Estampa: «Mira, hijo, aquello del Vietnam fue una mentira de esos asquerosos políticos de Washington. ¿Combatir el comunismo? Déjame que me ría, muchacho. Ya habían pactado con Kissinger, mucho antes de que Mao y Nixon se hiciesen la foto. Los chinos estaban a matar con los soviéticos, y eso nos venía muy bien. «Hagan ustedes lo que quieran en Vietnam». Y lo hicimos. Empezamos cuando los vietnamitas echaron a los franceses, lo de Dien Bien Phu, donde el general Giap copió la táctica de Abd El Krim en Annual, subiendo en mulos las piezas de artillería. La Legión y los paracas se frieron en aquella sartén, ya me entiendes. O sea, Vietnam para nosotros, el incidente de Tonkin fue la excusa. Me instalé en las fronteras de Laos y Thailandia, a limpiar la zona. Cosa fácil. Pero siempre llegaba la orden de arriba de «regresar al punto de inicio». ¿Para qué? Después vinieron los marines, esos niños asustados con sus lanzallamas. ¿Para qué? Sólo para matar vietnamitas como pollos. Te juro que no hacen falta lanzallamas en la selva. Basta con un par de cojones y un poco de puntería. Daba asco, hijo. Pude haber llegado a la China, como McArthur, y haber acabado aquello en tres meses, pero no: había que regresar. Esos hijos de perra, como los llamó Kennedy, y por eso, bang, bang, bye Mr. President…».

Está feo que uno hable de la familia. El coronel Haribey Estampa era mi tío. Ascendió por méritos de guerra. Combatió en las Ardenas, en la primera ofensiva de McArthur en Corea –frenada por Truman, no por los chinos– y, después de pasar por Fort Bragg y la base del 5º Grupo de Fuerzas Especiales en Okinawa, fue al Vietnam. No padeció ningún síndrome traumático de esos de las películas y desde que conoció a mi abuelo, el brigada Segarra Martorell en 1946, llevaba siempre un revólver por si le fallaba la automática. Pudo haberse convertido en un Kurtz –se parecía a ese Marlon Brando de Coppola–pero como era español, de Escunhau, Valle de Arán, se casó con una vietnamita y tuvo cinco hijos.

Post Scriptum: El general Vo Nguyen Giap murió el pasado 4 de Octubre, San Francisco de Asís, a la edad de 102 años. Naturalmente, sostuvo ante el Secretario de Estado McNamara que el famoso «incidente del Golfo de Tonkin» fue una provocación yanqui. Como el hundimiento del Maine.

 

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