THE OBJECTIVE
Aloma Rodríguez

Las vergüenzas de Europa

«No sé bien por dónde pasa la solución, pero seguro que no está en mirar hacia otro lado, en ponerse de perfil o en pagar para que otros nos hagan el trabajo sucio»

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Las vergüenzas de Europa

Elias Marcou | Reuters

Todavía en plena resaca de la primera ola de la pandemia llegó la segunda. Ahora es todo casi más confuso que en primavera: los contagios alcanzan nuevos picos pero la virulencia de la enfermedad parece menor. Miramos cifras, comparamos medidas y recomendamos mantener dos metros de distancia unos de otros. Y este revés lo ocupó todo, borrando de nuestras preocupaciones, y de las de Europa, el mayor o menor espacio interés en los refugiados. Hasta la semana pasada: un incendio en el campo de refugiados de Moria, en Grecia, que lo ha arrasado todo, elevó la tragedia a las primeras planas.

Los refugiados de Moria se han quedado sin nada. Europa propone acoger 400 menores y el Gobierno de España anuncia que no tiene intención de acoger a ninguno, tampoco Italia y Grecia se han ofrecido a dar a asilo a una parte de los menores no acompañados del campo de Moria. «España ya acoge a un número muy alto de solicitantes de asilo. Y somos país de inmigración», dijo la titular de Exteriores. España es el tercer país que más solicitudes de asilo recibe, de las que solo acepta un 5%.

Parece ser que la decisión no está tomada aún. Que España se ofrezca como país de asilo para alguno de los 400 menores no va a solucionar el problema de los refugiados, ni siquiera va a tapar la vergüenza de Europa. No sé bien por dónde pasa la solución, pero seguro que no está en mirar hacia otro lado, en ponerse de perfil o en pagar para que otros nos hagan el trabajo sucio. Y el problema no son los 400 menores, son las 13.000 personas que lo han perdido todo, y tantos otros repartidos en otros campamentos.

En Manual de resistencia Pedro Sánchez se mostraba orgulloso de que su primera decisión como presidente del Gobierno hubiera tenido que ver con un rescate de migrantes en el mar. Escribe: «La decisión del Aquarius me hizo sentir reconfortado con la política, por la capacidad de cambio que nos ofrece a quienes tenemos responsabilidades, sobre todo desde el Gobierno. […] Ahora estamos poniendo en práctica una política de inmigración realmente digna de ese nombre». Un poco más adelante, el presidente del Gobierno escribe: «Aquellos días, el hecho de que las circunstancias convirtieran el Aquarius en mi primera decisión y que adquiriera la envergadura europea que queríamos darle, me hizo darme cuenta de hasta qué punto han estado presentes en mi vida política los refugiados, esas personas que, como dijo Hannah Arendt, son apenas nada más que seres humanos». Quizá de la pandemia no salíamos más fuertes.

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