THE OBJECTIVE
Amando de Miguel

Lección de democracia en inglés

Lo que más nos admira a los españoles es que en el Reino Unido los líderes de los partidos perdedores hayan dimitido de sus puestos al frente de sus respectivas formaciones políticas. Han hecho honor al lema de su escudo nacional (escrito en francés): Dieu et mon droit. Como si dijéramos, “Por Dios, por la Patria y el Rey”. Se comprende la reticencia de los súbditos de Su Graciosa Majestad a integrarse plenamente en la Unión Europea, donde la palabra “Dios” ha quedado proscrita de la vida pública. Los “continentales” somos muy raros.

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Lección de democracia en inglés

Lo que más nos admira a los españoles es que en el Reino Unido los líderes de los partidos perdedores hayan dimitido de sus puestos al frente de sus respectivas formaciones políticas. Han hecho honor al lema de su escudo nacional (escrito en francés): Dieu et mon droit. Como si dijéramos, “Por Dios, por la Patria y el Rey”. Se comprende la reticencia de los súbditos de Su Graciosa Majestad a integrarse plenamente en la Unión Europea, donde la palabra “Dios” ha quedado proscrita de la vida pública. Los “continentales” somos muy raros.

Vaya por delante el mal gusto del vestido de la señora Cameron, azul eléctrico por debajo de la rodilla y sin escote, seguramente cortado por ella misma. No importa, esa manifestación de normalidad aproxima la pareja a la media nacional. Tampoco viven en un palacio exento, sino en un viejo chaletito adosado sin pretensiones.

Lo fundamental es que las elecciones británicas han sido, una vez más, un derroche de elegancia democrática. Los que han quedado peor han sido los “encuesteros”, que anticiparon un “empate técnico” entre los dos grandes partidos. Pues no; los tories se impusieron por goleada. Lo que nos maravilla desde España es que en el Reino Unido se pueden levantar encuestas hasta el mismo día de los comicios. Se antepone el derecho a la información. Los flemáticos británicos tampoco necesitan la tontería de la “jornada de reflexión”. Ellos reflexionan cuando les viene en gana.

Lo que más nos admira a los españoles es que en el Reino Unido los líderes de los partidos perdedores hayan dimitido de sus puestos al frente de sus respectivas formaciones políticas. Han hecho  honor al lema de su escudo nacional (escrito en francés): Dieu et mon droit. Como si dijéramos, “Por Dios, por la Patria y el Rey”. Se comprende la reticencia de los súbditos de Su Graciosa Majestad a integrarse plenamente en la Unión Europea, donde la palabra “Dios” ha quedado proscrita de la vida pública. Los “continentales” somos muy raros.

No es menor asombro el que produce la prontitud del ritual británico para formar Gobierno: en horas veinticuatro ha quedado listo. En Andalucía necesitan meses para la dichosa “investidura”. Ya veremos en toda España con la sopa de letras que tenemos.

Queda la espinita de Escocia. Siempre fue un reino. Su ideal es ser tan autónomo como Cataluña.

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