Impunidad

La ausencia de culpables y castigos se une a la sensación general de impunidad en el fallo del tribunal sobre el hundimiento del Prestige

Seguro que recuerdan el argumento de «Fuente Ovejuna», la obra de Lope de Vega basada en un hecho real que sucedió en tiempos de los Reyes Católicos: harto de los atropellos, robos, crueldades y abusos de poder que todos los días comete el comendador de la villa, los vecinos de Fuente Ovejuna deciden tomarse la justicia por su mano y asesinarlo en nombre del pueblo y de los Reyes Católicos, quienes terminan perdonando el magnicidio. 

Como otras muchas comedias de Lope de Vega, su denuncia de la corrupción y de la injusticia no cuestiona nunca la figura del Rey, es decir, no cuestiona nunca el funcionamiento del sistema, que aparece siempre como un engranaje capaz de depurar las responsabilidades de manera natural.

Muchos siglos despúes, en el cine de Hollywood también encontramos esta manera de hacer propaganda del Estado. La moraleja es siempre la misma: aunque el presidente de los Estados Unidos sea un villano, el sistema político está tan bien diseñado, que el ciudadano nunca queda desprotegido y al final de la película el que la hace siempre la paga.

Lope de Vega era tan consciente de su función propagandista del sistema como lo son hoy los guionistas de Hollywood. Lope sabía, como lo sabe hoy la industria cinematográfica estadounidense, que el orden social dependía de que la gente creyera en la justicia. La idea de que el abuso de los poderosos podía quedar impune resultaría insoportable y acabaría provocando desorden.

La ausencia de culpables y castigos en el reciente fallo del tribunal que ha jugado el hundimiento del Prestige se une a la sensación general de que los culpables de la quiebra bancaria van a quedar tan enriquecidos como impunes. Se diría que el argumento de la realidad española está siendo escrito por un torpe guionista que no ha leído Fuente Ovejuna y que no sabe cómo termina.