Empujoncito
¿Prohibir? No. Quizá solo empujarnos un poquito hacia el bien. Aunque claro, ¿qué es el bien?
¿Prohibir? No. Quizá solo empujarnos un poquito hacia el bien. Aunque claro, ¿qué es el bien?
El filósofo liberal John Stuart Mill afirmaba que los gobiernos deben impedir que un individuo le haga daño a otro, pero no pueden entrometerse cuando uno decide hacerse daño a sí mismo. Sin embargo, ni las democracias más liberales siguen esta idea. Los gobiernos actúan constantemente para evitar que nos dañemos a nosotros mismos: nos obligan a llevar cinturón en el coche y casco en la moto, dificultan el acceso al tabaco y nos prohíben que hagamos muchas cosas, aunque con ellas no hiramos a terceros.
Hay una explicación económica: en los países con sanidad pública, pagamos entre todos los cuidados de quienes se han maltratado y, como estamos viendo, las locuras financieras de unos cuantos también son pagadas por los demás. Pero hay otro argumento: muchos tomamos malas decisiones porque somos irracionales o estamos poco informados, y los Estados no deberían permitir que eso nos lleve a la muerte o la ruina.
Cass R. Sunstein se muestra incómodo ante este dirigismo estatal, pero reconoce que la gente toma decisiones absurdas que podrían evitarse. El gobierno no debe prohibirnos hacer lo que queramos con nuestro cuerpo y dinero, pero ¿no podría darnos empujoncitos hacia las buenas decisiones? El Estado, afirma Sunstein, no puede impedirnos comer lo que deseemos, pero sí obligar a los restaurantes a informarnos de las calorías de cada plato. Las cantinas de los institutos pueden ofrecer comidas poco saludables, pero las frutas y las verduras deben estar mejor expuestas. Y todos podemos gastar cuanta energía podamos pagar, pero la buena información nos inclinaría a ahorrar.
Las ideas de Sunstein son controvertidas en Estados Unidos, donde se recela de la intervención estatal más que en España. Pero también aquí tienen sentido. ¿Prohibir? No. Quizá solo empujarnos un poquito hacia el bien. Aunque claro, ¿qué es el bien?