#ElDesastreKerry
La política exterior de Estados Unidos es sencillamente desastrosa. Pensó Obama que con espiar a los amigos y a los enemigos era suficiente para cambiar «la percepción del mundo sobre los malos americanos». Por supuesto el mundo piensa lo mismo de Estados Unidos, y los malos creen además que Obama es débil.
La política exterior de Estados Unidos es sencillamente desastrosa. Pensó Obama que con espiar a los amigos y a los enemigos era suficiente para cambiar «la percepción del mundo sobre los malos americanos». Por supuesto el mundo piensa lo mismo de Estados Unidos, y los malos creen además que Obama es débil.
Hace tres meses Estados Unidos estuvo a punto de atacar Siria. Supimos por John Kerry, el Secretario de Estado de Estados Unidos incluso el fin de semana del ataque, sería limpio y meticuloso, rápido, quirúrgico. Todo se arregló in extremis gracias a una envolvente de Rusia e Irán por la cual los inspectores de la ONU destruirían las supuestas armas de destrucción masiva del país para que todo siguiera igual: en guerra. Ya suman 250.000 muertos la guerra civil de Siria, millones de desplazados sin hogar, decenas de muertos cada día. La guerra sigue, el genocidio también, Al Asad mantiene la presidencia. Siria camino de ser otra guerra olvidada en el corazón de Oriente Medio.
Siria formaba parte de las negociaciones para el supuesto desarme nuclear de Irán, ese que el mismo Kerry, Secretario de Estado de Estados Unidos anunció hace dos fines de semana. Suspendió Kerry un viaje oficial para acudir a Ginebra se supone que a firmar el «hecho histórico». Por supuesto no se firmó nada, porque los franceses pidieron explicaciones sobre el control nuclear, la situación en Oriente Medio, el control, armamentístico en Siria… esas cosas que se exigen a los países con los que mantienes tensiones diplomáticas por la ausencia de derechos humanos en sus territorios. Por supuesto Irán no aceptó y Kerry dio una vez marcha atrás.
La política exterior de Estados Unidos es sencillamente desastrosa. Pensó Obama que con espiar a los amigos y a los enemigos era suficiente para cambiar «la percepción del mundo sobre los malos americanos». Por supuesto el mundo piensa lo mismo de Estados Unidos, y los malos creen además que Obama es débil. Se destapó el escándalo de las escuchas y Alemania y Brasil, dos súper potencias pusieron el grito en cielo, amenazaron con los siete males. A día de hoy los servicios secretos de Alemania e Italia negocian para formar parte del Club internacional de espías que montó Obama para espiarles.
Y mientras Kerry –el Rey del Ketchup– gracias a casarse en segundas nupcias con la viuda del dueño y fundador de Heinz –Teresa–, sigue siendo Secretario de Estado aguado y simplón. Para Obama, Hillary Clinton es una halcón (disfrazada de demócratas) que fue capaz de aguantar la imagen de cómo los SEALS asesinaban a Osama Bin Laden en directo. Obama sabía que tenía que dar la orden aunque no le gustó. La consecuencia política de aquella operación fue cargarse a Hillary y cambiarla por Kerry. Hoy el marido de Hillary, Bill se ha cargado la reforma sanitaria de Obama, la ley más importante de esta legislatura para Obama, y el New York Times compara el segundo mandato de Obama con el de Bush. La guerra por el control de la Casa Blanca y el lugar que tiene que ocupar Estados Unidos en el mundo continúa en el corazón demócrata.