Berlusconi, Mugabe, y Xavi

«Este un sátrapa», afirma Rafael Molina, «que tiene a su Pueblo oprimido, en la miseria y la hambruna, mientras vive en un palacio con baños de oro».

La expulsión de Berlusconi ha sido el tema estrella de la semana, además del cometa que casi se estrella, que pudo ser y no fue, que es algo muy propio de nuestro tiempo. Así lo ven nuestros lectores que, aunque dan por muerto a ISON, no se atreven a certificar la disolución del político italiano tras su “Juro que regresaré al palacio Chigi”.

“Oh poderoso Tut-ank-amón, llegó la hora de volver a tu sarcófago”, declara en nuestro Facebook Jesús Sahuquillo. Y en pleno debate sobre su hipotético regreso, Patri Tezanos matiza: “querrá decir que regresará lo que quede de él que no haya sido sustituido por silicona, botox, o implantes”.

Otra fotonoticia de The Objective despertaba muchos comentarios el lunes: la decisión del gobierno de Zimbabue de cerrar las tiendas de extranjeros. Se planteaba en el horizonte del debate un viejo debate sobre el horizonte: el racismo contra los blancos. “A mi me han insultado por mi color de piel (blanca) tanto en África como en Asia”, escribe en Facebook Álvaro Ramos. “Este un sátrapa”, afirma Rafael Molina sobre Mugabe, “que tiene a su Pueblo oprimido, en la miseria y la hambruna, mientras vive en un palacio que se ha hecho construir al estilo Luis XV, con los baños de oro y las lámparas de cristal de Murano”. Y un apunte histórico de Andrés Molina: “Ya en los años setenta Idi Amin expulsó de Uganda a la población de origen asiático y por temor a debilitar la posición panafricana contra la Sudáfrica del apartheid, apenas hubo voces que protestaran en el continente”.

Pero sin duda lo más comentado de la semana en The Objective ha sido el estreno del futbolista Xavi Hernández como columnista, en El Subjetivo. Cientos de lectores y medios se han hecho eco del aterrizaje del internacional en el mundo periodístico con su artículo sobre Diana Nyad. Sería imposible recoger aquí todos los comentarios recibidos, así que haremos exactamente lo contrario al espíritu de El Efimeronauta: no recoger ninguno.