Brazucalizándome

El balón oficial de la Copa del Mundo de Brasil refleja toda la pasión del fútbol y la más pura tradición brasileña. Colorido, simpático, con una energía digna de cualquier elemento con la suerte de poder llamarse «brazuca».

Bom dia galera! En poco más de seis meses el mundo entero estará bailando samba, tomando caipirinhas y disfrutando del mejor fútbol del mundo. Pero nada de esto es posible sin un esférico que haga que los mejores futbolistas se luzcan y demuestren quien merece ser el nuevo campeón. El balón del mundial es el protagonista principal del máximo torneo de fútbol internacional, para algunos incluso más que los propios jugadores. La pelota está presente en todos y cada uno de los encuentros que determinan quien levantará la Copa del Mundo en Brasil 2014.
 
Veinte horas de vuelo de Madrid a Rio de Janeiro no fueron en vano. Adidas presentó un evento alucinante en el Parque Lage, una casa colonial a la orilla del Cerro Corcovado con unas vistas del Cristo Redentor que provocaban arrodillarse a rezar, ahí mismo, entre copa y copa. Bajo una espectacular producción audiovisual en 3D tuve la oportunidad de ser de las primeras personas en el mundo en conocer cara a cara a Brazuca, el balón oficial de la Copa del Mundo Brasil 2014. Colorido, simpático, con una energía digna de cualquier elemento con la suerte de poder llamarse «brazuca», término que hace referencia a todo aquello de naturaleza brasileña. Parece ser que el próximo verano será uno de esos que pasará a la historia. La alegría del brasileño, la cultura… En Brasil todo está impregnado de una energía indescriptible y un orgullo de ser brazuca que te contagia. Esto es precisamente lo que transmite el nuevo balón a través de su colorido diseño inspirado en las pulseras de la suerte de «Nosso Senhor Bomfim da Bahía», que refleja toda la pasión del fútbol y la más pura tradición brasileña. De todos los balones que ha fabricado Adidas para los mundiales desde 1970, definitivamente, éste es mi favorito.
 
Ya estoy contando los días para que arranque el Mundial. 48 horas en Rio no fueron suficientes para «Brazucalizarme». Pasé más tiempo en el avión que caminando por Copacabana, pero valió la pena y me quedé con ganas de más. A buscar boletos de avión señores porque Brasil promete y no nos lo podemos perder. Até mais!