Palabras prohibidas

Las palabras dotan de significado, recogen como un vaso el agua que es la circunstancia que define y comunica.

Las palabras dotan de significado, recogen como un vaso el agua que es la circunstancia que define y comunica.  Y hay palabras que se niegan, palabras  tan terribles que no han de ser creadas.  A aquél que ha perdido a sus padres o a su cónyuge lo llamamos huérfano o viudo y la palabra define así su situación, pero al padre o la madre que ha perdido a un hijo o al hermano que ha perdido otro hermano no le atribuimos ningún nombre…se les niega la palabra para no reconocer siquiera esa terrible posibilidad, tan triste es esa idea  que nos negamos a materializar su realidad y reconocer su existencia.  

¿Cómo es posible entonces que una persona voluntariamente quiera pasar a una circunstancia que de tan atroz la palabra es tabú?  ¿Cómo se obliga a una niña de diez años que es tu hija o tu hermana a ponerse un chaleco-bomba y caminar sola por un polvoriento camino hacia su muerte y la de otros?. 

Decía Schopenhauer que las tres fases de la verdad son la ridiculización, la negación y, por último, la aceptación. Yo me quedo en la segunda,  porque me niego a creer en la posibilidad de vivir en un mundo donde tu propia familia te use como portador de muerte y un día te levante de la cama, te dé el desayuno, te diga que tires la basura y después te coloque explosivos alrededor del cuerpo y te exija que te inmoles convirtiéndote en una asesina suicida. Desde mi ateísmo me gustaría culpar a la religión como la causa de que sucedan estas cosas, pero la religión es solo la pistola en manos del que aprieta realmente el gatillo, creo firmemente en el peligro de tener una pistola pero cargada y en malas manos es lo que realmente me asusta. El ser humano es el que realmente me aterra.