Un hombre solo
Además de «Solas», «La soledad» o «En solitario», numerosas películas recientes han afrontado de mil maneras el aislamiento de tanta gente en la supuestamente hipercomunicada sociedad actual.
Además de «Solas», «La soledad» o «En solitario», numerosas películas recientes han afrontado de mil maneras el aislamiento de tanta gente en la supuestamente hipercomunicada sociedad actual.
Además de «Solas», «La soledad» o «En solitario», numerosas películas recientes han afrontado de mil maneras el aislamiento de tanta gente en la supuestamente hipercomunicada sociedad actual. Ahí están «Náufrago», «Última llamada», «127 horas», «Buried (Enterrado)», «La vida de Pi», «Gravity»… Ahora es el mismísimo Robert Redford quien se queda solo, aislado e incomunicado dentro de su velero, que ha sido gravemente dañado por un contenedor a la deriva en mitad del Océano Índico.
Este es el radical planteamiento de «Cuando todo está perdido», el segundo largometraje de J.C. Chandor tras el intenso y desolador thriller financiero Margin Call, una de las mejores películas sobre la actual crisis económica. De modo que el prometedor cineasta estadounidense ha pasado del drama coral y lleno de jugosos diálogos a la tragedia minimalista y casi muda, con fuertes ecos de «El viejo y el mar», de Ernest Hemingway. Este temerario golpe de timón está a punto de hacer naufragar la película, rodada con vigor, pero muy larga y demasiado ardua, pues no desvela absolutamente nada del protagonista.
Menos mal que ese protagonista es Robert Redford, que realiza un impresionante derroche físico e interpretativo, galardonado con varios premios y nominaciones de la crítica, incluida la candidatura al Globo de Oro al mejor actor dramático. A sus 77 años, el actor californiano sigue consiguiendo que un «¡Dios!» en sus labios te ponga los pelos de punta. Casi tanto como cuando le espeta «¡Roma se quema!» a su inteligente pero frívolo alumno en «Leones por corderos», su notable película de 2007, que también dirigió. Se confirma, pues, que un hombre solo puede salvar una película y hasta una civilización individualista y decadente, como la nuestra. Aunque quizás sería más rápido el rescate si todos compartiéramos nuestras soledades de una vez por todas.