Hama, fortaleza
Al terminar la charla que impartió a los alumnos de primero de Periodismo de la Universidad de Navarra, me acerqué a la mesa que presidía, sonrió, y nos fuimos a la cafetería de la Facultad.
Al terminar la charla que impartió a los alumnos de primero de Periodismo de la Universidad de Navarra, me acerqué a la mesa que presidía, sonrió, y nos fuimos a la cafetería de la Facultad.
Al terminar la charla que impartió a los alumnos de primero de Periodismo de la Universidad de Navarra, me acerqué a la mesa que presidía, sonrió, y nos fuimos a la cafetería de la Facultad. Nos acompañaron dos alumnas. Me senté a su derecha: quería tenerle cerca y escuchar con atención. En él me veía yo dentro de unos años. Oriente Medio, su segundo hogar, también podría ser el mío. Me contó las claves para ser una buena reportera de guerra: fíate sólo de las víctimas, los demás mienten, también tu país; consigue buenos intermediarios, que sean periodistas y atrevidos, aunque no hablen inglés con soltura; mide los riesgos; habla con el enemigo, así no te tomarán el pelo; contrasta siempre los datos, si te dicen que han muerto tantos, ve y compruébalo. Pero, sobre todo, sé curiosa, me dijo. Y apasiónate por los temas. Como todo buen periodista. Porque, al fin y al cabo, “los periodistas de guerra no somos seres especiales, hacemos periodismo como cualquier otro”. Me detalló las dos posibilidades que tenía un periodista para pasar a zonas peligrosas: camuflado como un militar más, estar y participar en las misiones que hacen ellos; o bien, ir por mi cuenta e intentar pasar inadvertida, o al menos intentarlo, “disfrazarse de la zona”, es más arriesgado, pero los testimonios son mucho más genuinos. Le observaba con admiración. Para mí era un héroe. Pero la violencia que encontró en su último viaje a Siria le aterraba. La única forma de volver era ponerse una pantalla delante de los ojos para así imaginarse que rodaba una película.
Seis meses después volví a escribirle. Necesitaba su ayuda. Por aquel entonces, hace un año, en una asignatura optativa de tercero de Periodismo, me mandaron hacer un trabajo sobre la situación actual en Siria y quién mejor para responder a mis preguntas que él. Estaba en Barcelona. Me contestó pidiéndome mi número de teléfono. Se sentía totalmente incapaz de aventurar nada sobre Siria, y menos por escrito. No le llamé. Le pedí ayuda tarde y cuando me contestó ya había entregado yo el trabajo. Fue nuestro último contacto. Otros cinco meses después, el 4 de septiembre de 2013, lo secuestraron en la ciudad de Hama, noreste de Siria. Marc Marginedas desapareció del mapa y cayó en manos de radicales yihadistas. España se estremeció con la noticia. Me incluyo, yo le conocía. Mi sueño se desmoronó al instante. Una familia destrozada no por su pérdida, sino por la incertidumbre de no saber si volverían a abrazarlo algún día. Free Marc revolucionó Twitter. Todos pedíamos por su liberación.
La madrugada del domingo 2 de marzo le devolvieron la libertad. Marc volvía a casa. Fortaleza. En árabe Hama significa fortaleza. Eso le hizo volver.