Niebla

Veo la foto otra vez de la City bajo la niebla, y me vengo de nuevo a Valladolid. Perdonen que los de provincias lo seamos tanto, pero es que hay cosas que le remueven a uno los pordentros.

Veo la foto otra vez de la City bajo la niebla, y me vengo de nuevo a Valladolid. Perdonen que los de provincias lo seamos tanto, pero es que hay cosas que le remueven a uno los pordentros.

Está claro que cinematográficamente hablando Londres supera a Valladolid, porque la historia del cine lo ha decidido así, que perfectamente podría haber sido lo contrario…, pero el caso es que el rollete de la niebla en Londres para un vallisoletano es como que “venid un día aquí, majos, que sepáis lo que es bueno….”.
Que quede claro. La niebla se fabrica aquí, en Valladolid.

Los que alardean de ella son avezados clientes que han hecho de ella una buenísima campaña de marketing, pero insisto: son usuarios, no proveedores.
Y es que es la niebla la que tamiza las cosas que hay que ver, y desde luego, las que hay que oír… porque con niebla, señores, las cosas suenan distinto, más húmedas, más frías, más calientes, más diferentes….

De cualquier modo, entre Londres y Valladolid, entre la niebla y el sol, hay mareas de emociones diferentes y ocultas a los ojos del hombre, que solo los niños pueden comprender con sus pies en los charcos, con el barro sobre la piel de la prisa, y haciendo pis en medio de la calle.

¿Quién comprende el mundo? Si un extraterrestre o un niño viniesen del espacio y vieran lo que aquí se cuece… Leo que una taza de porcelana fabricada durante el Imperio Chenghua saldrá a subasta en Sotheby’s en Abril por un valor entre 18 y 27 millones y se me caen los palos del sombrajo, mientras aquí nos recortan sanidad y educación, allí se mueren de hambre, y acullá me mato saltando la valla que me separa de lo que será una puta mentira.