THE OBJECTIVE
Paco Segarra

La leyenda negra antiespañola

Bastaría la foto de los protestas de los mineros peruanos del oro que publica este diario para desmontar la leyenda negra que ingleses y holandeses urdieron contra el Imperio Español.

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La leyenda negra antiespañola

Bastaría la foto de los protestas de los mineros peruanos del oro que publica este diario para desmontar la leyenda negra que ingleses y holandeses urdieron contra el Imperio Español.

Bastaría la foto de los protestas de los mineros peruanos del oro que publica este diario para desmontar la leyenda negra que ingleses y holandeses urdieron contra el Imperio Español. Se trata de una de las mejores campañas de publicidad de la historia y es mentira. Una mentira que alimentan con descaro los enemigos de España. Como todo el mundo sabe, los peores enemigos de España son los españoles que se avergüenzan de serlo, aquellos que odian a la patria desde lo más profundo del corazón y los tontos útiles al servicio de los dos grupos anteriores. Una cuestión curiosa que planteaba hace poco Alfonso Ussía en forma de inocente pregunta: ¿por qué los comunistas y los de izquierdas en general odian a España? Esto no pasa con los rojos de otros países, que suelen ser buenos patriotas.

Pero volvamos a la foto de los mineros peruanos: no hay un solo blanco, todos son indios. El cacareado «genocidio» de indígenas cometido por los españoles en América es una patraña. Hispanoamérica está llena de indios, hay millones de indios y mestizos. Los españoles, por lo general, se dedicaron a fornicar con las indias y a disfrutar de auténticos harenes. El fornicio siempre ha sido un deporte nacional -habríamos ganado un campeonato del mundo en esa placentera especialidad-. A los ingleses y a los holandeses les daba cierto asco clasista lo de juntarse con las indígenas de sus colonias, y, si lo hacían, era en plan «usar y tirar». Nosotros, no. Nosotros montábamos familias y reconocíamos a los hijos y todas esas cosas que tiene la caballerosidad y la hidalguía.

Los indios nos lo agradecieron poniéndose del lado español cuando las guerras de la independencia de aquellas tierras. Los criollos y los burgueses estaban con la masonería inglesa y francesa que instigaba las revueltas. Los libertadores eran unos tipos que defendían intereses de clase, en el más puro sentido marxista de la expresión. El pueblo indio les importaba una higa. De hecho, abolieron pronto las Leyes de Indias, tan protectoras de las comunidades indígenas. Lo único que hizo bien toda aquella banda de masones fue independizarse en español y no en qechua o guaraní. Como me dijo un colombiano hace poco: «No entiendo que en Cataluña traten al castellano como idioma extranjero en las escuelas públicas. Es un atraso y una idiotez: que se independicen como nosotros, en español.» Le hablé de que eso demuestra un absurdo complejo de inferioridad del catalán independentista, y me respondió que era una pena. «Barcelona fue grande por su cosmopolitismo. Y eso, ahora, lo ha perdido. ¿Otro ‘pisco sour’?». Y sí, me tomé otro «pisco sour» pensando en el gran Virrey Amat, ese catalán de mi pueblo, Vacarisses, que había gobernado aquellas tierras tres siglos atrás…

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