La que se avecina
Está el patio futbolístico convulso. La comunidad de vecinos, revuelta. Los de arriba, peleados entre sí por los supuestos favores arbitrales. Los de abajo, mosqueados porque ni los huelen. A los ricos les molesta que les molesten pero viven molestando.
Está el patio futbolístico convulso. La comunidad de vecinos, revuelta. Los de arriba, peleados entre sí por los supuestos favores arbitrales. Los de abajo, mosqueados porque ni los huelen. A los ricos les molesta que les molesten pero viven molestando.
Está el patio futbolístico convulso. La comunidad de vecinos, revuelta. Los de arriba, peleados entre sí por los supuestos favores arbitrales. Los de abajo, mosqueados porque ni los huelen. A los ricos les molesta que les molesten pero viven molestando. A los pobres no les da la vida ni para pintar la blanca doble. Las distancias entre unos y otros son cada vez más grandes y, de repente, el vecino del quinto levanta la voz. Ni le ha tocado la lotería ni ha robado un banco. Ha ganado su lugar en el mundo currando como el que más y ahora exige que la alfombra regia de la entrada sea rojiblanca, faltaría más. Harto de que no se le tenga en cuenta, considera que sus colores tienen sitio en esta comunidad y, desde el respeto y los resultados profesionales, demanda su verdadero papel de líder en estas elecciones donde casi siempre ganan los mismos.
Los rifi-rafes de los del ático -con terraza y piscina privada aunque una más grande que otra, eso sí- ya le van bien al Cholo. De verbo corrosivo y directo, les ha comido el terreno a Martino y a Ancelotti en la sala de prensa y fuera de ella. Desde su victimismo vestido con mono de trabajo, el técnico argentino se ha plantado en los cuartos de final de la Champions y en la primera planta de la Liga. Entre balones de oro, cracks brasileños, porteros cuestionados y campeones del mundo, el que se las lleva de calle en la vecindad es un tal Diego Costa que suma 25 goles en la competición liguera y se lo rifan en todas las fiestas. Esta pasada semana, el patio de luces no ha tenido un minuto de paz. Unos a otros se han ensuciado la ropa tendida fuera y los que lavan más blanco, también la de dentro. Este lunes empieza otra colada en la que se mezclarán los colores de Barça y Atleti y se centrifugarán los cuartos de final de la Champions. Mientras, Madrid seguirá llorando por las esquinas y levantando alfombrillas en busca de más suciedad y conspiraciones arbitrales. La que se avecina…
