THE OBJECTIVE
Jesus H. Cifuentes

Arqueología

Tenemos una visión mágica de los misterios insondables que se ocultan bajo la tierra, bajo el suelo que pisamos de manera inconsciente. Bajo esta tierra compactada por las pisadas está la memoria hecha polvo de la desmemoria real con que deambulamos por el mundo.

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Arqueología

Tenemos una visión mágica de los misterios insondables que se ocultan bajo la tierra, bajo el suelo que pisamos de manera inconsciente. Bajo esta tierra compactada por las pisadas está la memoria hecha polvo de la desmemoria real con que deambulamos por el mundo.

Creo que todos los que hemos disfrutado con pasión de las pelis de Indiana Jones, de sus increíbles aventuras y de su infinita coherencia en el amor por la arqueología y las mujeres, que le llevaba a arriesgar el pellejo una y otra vez por preservar el Arca de la Alianza de las manos de los nazis, remover Roma con Santiago en pos del Santo Grial o la calavera de cristal de Akator, robada de “El Dorado”; tenemos una visión mágica de los misterios insondables que se ocultan bajo la tierra, bajo el suelo que pisamos de manera inconsciente.

Bajo esta tierra compactada por las pisadas está la memoria hecha polvo de la desmemoria real con que deambulamos por el mundo, inconscientes e irrespetuosos con el pasado que nos ha traído aquí, que nos ha hecho subir peldaño a peldaño las tortuosas escaleras de nuestra historia.

Han descubierto recientemente los restos de un ataúd de un “noble local” en el valle de Jezreel, en Israel, de hace unos 3000 años, que contenía el sello de un faraón egipcio… Estamos hablando de la amalgama de minutos y horas en los que respiraban a la vez el filósofo persa Zoroastro, en el esplendor de Atenas y Esparta; en el momento que vivía Homero, el bardo ciego de la rocosa isla de Quíos; en el nacimiento de Salomón y la rebelión y muerte de Absalón, cuando nació “El cantar de los cantares”, y cuando David, rey de Israel gana la guerra a los filisteos y a los sirios, y erige un altar en el monte Moirá… Todo a la vez antes y después en la muy presente memoria olvidadiza de los seres humanos que componemos este rebaño desnortado que deambula por el camino, sin sospechar que iba a ser tan largo.

Y los niños de hoy, navegando por su tablet.

 

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