Se ha ido en silencio
Se ha ido en silencio, sin molestar a nadie, sin que nadie se diera cuenta, como los indios americanos que cuando intuyen que ya no tienen nada que hacer en este mundo, se esconden el bosque y se dejan morir.
Se ha ido en silencio, sin molestar a nadie, sin que nadie se diera cuenta, como los indios americanos que cuando intuyen que ya no tienen nada que hacer en este mundo, se esconden el bosque y se dejan morir.
Se ha ido en silencio, sin molestar a nadie, sin que nadie se diera cuenta, como los indios americanos que cuando intuyen que ya no tienen nada que hacer en este mundo, se esconden el bosque y se dejan morir.
Antonio Morales, Junior, siempre fue reacio a la popularidad. Triunfó en plena juventud, pero cada vez que tenía que salir al escenario sufría. Con Los Brincos saboreó lo mejor del éxito popular. Los Brincos no duraron mucho en el panorama músical, apenas dos años. Pero la intensidad de triunfo fue tremenda. Su éxito apoteósico. Lo tenía todo, joven, alto, atractivo La mujeres se lo rifaban.
En más de una ocasión viajaron a Londres en busca del éxito europeo. Yo entonces vivía allí y compartimos muchas horas de charla, en los estudios de la CBS donde grababan versiones de sus éxitos en inglés. “¿Imaginas que pegáramos en Inglaterra y Estados Unidos?” me confesó en una ocasión. “No sé si podría soportar toda una vida de escenario en escenario por todo el mundo”. La sola idea parecía atormentarle.
Un buen día, Juan y Junior deciden dejar el grupo, y caminar en solitario formando un dúo con sus propios nombres. Juan y Junior vuelven a disfrutar del apoyo popular, de los premios, los polideportivos llenos, los discos de oro y los número uno en las listas de discos más vendidos. El mismísimo Picasso les dibuja una anduriña para la cubierta de su disco con esa canción que sería para ellos como un himno. El matrimonio musical no duraría más de dos años. Por un problema menor Junior decide separarse de Juan e iniciar tímidamente una carrera en solitario, a veces cantando también con Rocío, que tampoco duraría mucho. Y es que a Junior, el escenario no le gustaba. Lo ha reconocido muchas veces. Por eso cuando se produce el boom de su mujer en América, decide tomar el papel de amo de casa, y ocuparse de los asuntos familiares. Por fin abandonaba la vida pública. Lo que tanto anhelaba. Y así pasaría muchos años, fuera de la prensa, los escenarios, dejando que su popularidad languideciera poco a poco.
Esta podría ser, resumida, la historia de Junior. Hay más, claro, pero a Junior habría que recordarle sonriente en cualquiera de sus múltiples apariciones televisivas, recibiendo los aplausos de las masas enloquecidas al son de “Mejor”, “Borracho”, “Nadie te quiere ya”, “Un sorbito de champán” o “Anduriña”, “A dos nenas” y tantas otras canciones de éxito.
No sería justo quedarnos con el Junior demandado por sus hijos por asuntos de herencias, o sus inclinaciones al alcohol, o víctima de una profunda depresión producida, al parecer, tras la muerte de su esposa. Seguramente en el haber de su vida hay equivocaciones, como en la de todos. Algunas de esas equivocaciones las reconoce en su autobiografía. Pero que esos tropezones no empañen toda una vida de éxitos, de buen padre y buen marido.