Resistir

“Sola en mitad de la nada”. Solos en mitad de todo.
Es noticia estar rodeado de todo, que a la vez es nada, y resistir.
Miras por la ventana y no tienes a nadie cerca. Los demás van de un lado a otro, cada uno con sus problemas.

“Sola en mitad de la nada”. Solos en mitad de todo. Es noticia estar rodeado de todo, que a la vez es nada, y resistir.

Miras por la ventana y no tienes a nadie cerca. Los demás van de un lado a otro, cada uno con sus problemas. Tú contra todo. Siempre llama mucho la atención el resistente. Uno a contracorriente. Un tipo solo contra todo lo que se pone por delante. La resistencia está bien valorada. Y la apoyamos, salvo que tengamos que meter la mano en el bolsillo o dejar nuestra bien merecida comodidad. “David contra Goliat” mola, pero es más rentable no jugar a eso. Ojo, trae problemas, no sabes cuales, pero siempre pasa algo: te has movido de esa foto estática que te daba seguridad. Has destacado.

Son asuntos para comentarlos en una cena o en el bar, “ese sí que tiene huevos”. Pero en serio, no te metas ¿eh? Pasa página y tranquilamente avanza hacia la ciudad que se ve al fondo, piérdete entre todos (“y todas”, como, por si acaso, dicen algunos). No destaques, tú, tan tiesito frente al resto, “anda, vende (véndete) ya” que tus hijos te lo agradecerán. Cede, por tus hijos. Buena razón, los hijos, siempre son buena coartada para hacer o dejar de hacer.

Cada vez más es posible estar tan solo y aislado en medio de todo. Gente y gente que ríe de lo mismo y tú no entiendes de qué. Gente y gente mirando hacia el mismo lado. Números astronómicos alrededor de banalidades. Medio mundo vive triste. Gentes del otro medio, el más rico, ríen a la vez, porque hay que reir, ya tenemos bastantes problemas, también. La masa aliena, se decía antes. Ahora es la que manda.

Esta casa caerá, seguro. Torres más altas han caído, dice el dicho popular. No es posible aguantar tanto, solo. Pero sí.