De Podemos a Corremos
España y yo somos así, señora. Vienen unas elecciones europeas con un país inquieto, dolido, harto, escandalizado, y el castigo a quienes nos han gobernado desde 1982 era previsible. Lo que lo era menos ha sido, dentro del estruendoso y múltiple vapuleo, esa brillante irrupción de la candidatura Podemos.
España y yo somos así, señora. Vienen unas elecciones europeas con un país inquieto, dolido, harto, escandalizado, y el castigo a quienes nos han gobernado desde 1982 era previsible. Lo que lo era menos ha sido, dentro del estruendoso y múltiple vapuleo, esa brillante irrupción de la candidatura Podemos.
España y yo somos así, señora. Vienen unas elecciones europeas con un país inquieto, dolido, harto, escandalizado, y el castigo a quienes nos han gobernado desde 1982 era previsible. Lo que lo era menos ha sido, dentro del estruendoso y múltiple vapuleo, esa brillante irrupción de la candidatura Podemos liderada por Pablo Iglesias, cuya firma ha venido ornando estas páginas de El Subjetivo.
Así que todos los periodistas sorprendidos, no por la elección del señor Iglesias al Parlamento europeo, sino porque más de un millón de ciudadanos le hubiese aupado a él (y a otros cuatro esforzados renovadores de la política, incluido ese quinto candidato, el físico Pablo Echenique-Robba, especialista en mecánica cuántica, con el que los de letras estaremos siempre en un estado de inferioridad intelectual penoso), nos hemos precipitado a leer el programa electoral que ha seducido a tantos compatriotas sin que, despistados que somos, nos hubiésemos percatado de sus irresistibles atractivos.
Pues ya sabemos lo que quieren ese millón largo de nuestros compatriotas:
- Nacionalización ‘de facto’ de los sectores claves de la economía con mayoría accionarial del Estado en telecomunicaciones, energía, alimentación, transporte, sanitario, farmacéutico y educativo.
- Impago de la deuda exterior: «Una auditoría de la deuda pública y privada para delimitar qué partes pueden ser consideradas ilegítimas y declarar su impago».
- Revolución laboral con renta básica universal pagada a todos por el Estado, anulación de todas las reformas, jornada laboral de 35 horas, jubilación a los 60 años, prohibición de despidos en empresas con beneficios, salario mínimo más alto, salario máximo. ¿Cómo se sufraga? Imprimiendo billetes, intuimos (no lo dicen).
- Tipos de interés fijados por el Gobierno…
Algunos incautos pensamos que la estatalización radical que propone Podemos ignora los mecanismos reales de la economía y nos acerca a otros regímenes que promueven con entusiasmo y nulo resultado similares fórmulas voluntariosas, como Venezuela.
Pero son muchos, sí, los partidarios. Quizá un día, en este país peculiar, sean mayoría y efectivamente puedan. Ese día no nos quedará otra que fundar un nuevo partido: Corremos.