THE OBJECTIVE
Kiko Mendez-Monasterio

Herencia envenenada

Cierto que la realeza no está de moda. Será por Internet y la crisis de la prensa de papel, que antes el de tipo cuché ejercía la labor de custodia mejor que tres compañías de alabarderos. Por lo que sea hay que reinventar el oficio.

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Herencia envenenada

Cierto que la realeza no está de moda. Será por Internet y la crisis de la prensa de papel, que antes el de tipo cuché ejercía la labor de custodia mejor que tres compañías de alabarderos. Por lo que sea hay que reinventar el oficio.

Cuando Jomeini vio en persona al que sería el último Sah de Persia, permaneció sentado mientras todos los mulás se levantaban respetuosamente. Por aquel público desplante, Reza Pahlaví prometió calzarse las botas de su padre para meter en vereda a ese “piojoso chií”. Cuando se lo contaron a Jomeini, sólo dijo: “Le quedan muy grandes al hijo, las botas de Reza Kahn”.

Sospecho que anida mucho Jomeini entre quienes han protagonizado la campaña para conseguir la abdicación de don Juan Carlos. Muchos de ellos han alentado el relevo con la única esperanza de que el hijo sea más débil que el padre, obligando a la monarquía a otro nuevo pacto con izquierda radical y los nacionalistas. Son los jomeinis de café de independencia y 15M, o sea, los que imaginan una república -o varias- y a ellos mismos convertidos en ayatolás.

Claro que las repúblicas españolas han tenido aspectos positivos, por ejemplo sus finales, que suelen acabar muy bien. Aún así no es necesario seguir tentando a la fortuna de la historia, porque no siempre habrá de ser propicia, y más vale monarquía conocida que caos cualquiera por proclamar desde una plaza con una muchacha desnuda de cintura para arriba, que ese el principio repetido de todos los genocidios.

Cierto que la realeza no está de moda. Será por Internet y la crisis de la prensa de papel, que antes el de tipo cuché ejercía la labor de custodia mejor que tres compañías de alabarderos. Por lo que sea hay que reinventar el oficio, repintar el palacio, leer sin cesar el Gatopardo hasta convencerse de que mientras hay muerte hay esperanza. Ya sabemos que hoy en día no es fácil ser rey sin apestar a naftalina. Pero hay que evitar la tentación de pasar desapercibido y tratar de ser uno más, que es la forma en que el lacayo se empeña en hacer simpática la institución, y se la carga.

Sí, hoy es difícil ser rey. Se empieza pidiendo perdón no se sabe muy bien por qué, y acaba tu hija delante del juez, porque la majestad -que protegía de estas cosas- quedó pulverizada por la campechanía, eso de ZP, cuando aseguraba encantado que teníamos “un rey muy republicano”. Me temo que a Felipe le preparan la misma trampa, convencerle de que debe ser muy poco rey de España, para que no se molesten las turbas. Igual que a Luis XVI le llevaron de Versalles a las Tullerías con la excusa de garantizar su seguridad. Y de allí ya salió para el cadalso.

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