La guerra para el mundo

Indiferentes, resignados, conscientes, consternados: las posturas en el espectador son tan variadas como asombrarse por el mejor gol del Mundial 2014, las fases del Tour de Francia, el millonario pase de Neymar o las cuentas de Messi.

A veces me pregunto por qué pasan las cosas. Inquietudes tontas o inocentes, como las que haría un niño: “¿Por qué hay guerras, papá? ¿Qué es Gaza? ¿Esos negritos no tienen qué comer?”. La impresión en imágenes, opiniones, crónicas o infografías sobre los conflictos del mundo entero, y más aún con el cuchicheo político internacional, ya empieza a generar reacciones traducidas en movimientos virtuales o escritos de artistas. Un grupo de ellos, precisamente, liderados por las cartas de Javier Bardem.

Heroicos sean los comunicadores que nos informan desde el lugar del conflicto. Benditos sean quienes socorren a las víctimas. Y bienaventuradas estas, quienes luchan por salir del peligro y emigrar a otros países donde quizás encuentren la paz y la esperanza que anhelan. No seamos indiferentes. Actualmente existen trece conflictos graves que talvez ni sabemos: Ucrania, Gaza, Irak, Siria, Yemen, Afganistán, Pakistán, República Centroafricana, Sudán del Sur, Mali, Somalia, República Democrática del Congo y Nigeria. Incluso, faltaría añadir la crisis que se vive en Brasil y Venezuela.

Ante esta situación mundial, no es novedad que, quienes vivimos en lugares tranquilos, sosegados y con internet, estemos acostumbrados a pensar y a esperar que los conflictos siempre son allá. Acostumbrados, sí, habituados a un bombardeo constante de noticias, como ver publicidad en la televisión. Indiferentes, resignados, conscientes, consternados: las posturas en el espectador son tan variadas como asombrarse por el mejor gol del Mundial 2014, las fases del Tour de Francia, el millonario pase de Neymar o las cuentas de Messi.

En estos momentos escribo desde un bar de Sorauren, un pequeño pueblo de Navarra, al norte de España. Entonces, surge otra pregunta ante ese acostumbramiento: ¿Por qué las cosas pasan ahí, precisamente ahí? Un anciano comenta: “Es parte de la historia”. El camarero, mientras sirve la cerveza, dice: “Es una confabulación contra esos países, no sé por qué”. El ambiente en estos lugares es maravilloso; preciso para salir a la montaña y pescar truchas, disfrutando de paz aquí, pero conversando de la tragedia de allá. Mi compañero de viaje murmura: “¿No será que ya vivimos una guerra mundial y nadie se da cuenta?”. Cae la noche.