Máquinas
Sería fantástico si ocurriera como con la lavadora. Te quito el trabajo monótono y pesado para que te puedas dedicar a otras cosas: a atender mejor al cliente en la barra, a tener más limpio el restaurante o a estudiar para buscar nuevos platos que entusiasmen a los comensales.
Sería fantástico si ocurriera como con la lavadora. Te quito el trabajo monótono y pesado para que te puedas dedicar a otras cosas: a atender mejor al cliente en la barra, a tener más limpio el restaurante o a estudiar para buscar nuevos platos que entusiasmen a los comensales.
Si le hacías escoger un invento que le hubiera cambiado la vida, mi abuela siempre decía el mismo: la lavadora. ¿La lavadora?, le pregunté la primera vez que la escuché. Abuela, ¿cómo dices la lavadora, si hay cosas tan maravillosas como la tele o los aviones o –y ahí me hice la listilla- las vacunas?
Pero no. La lavadora. Para ella era la lavadora. No te puedes imaginar, me contaba, lo que era tener que hacer la colada a mano. Las horas diarias que perdíamos mojando, frotando, enjuagando y aclarando. Ahora lo pones en un cacharrito y zas, te sale todo limpio sin hacer nada. ¡Y sin destrozarte las manos!
Para mi abuela, el mejor invento del mundo fue el que más trabajo le ahorraba. Porque así pudo dedicar todo ese tiempo a otras muchas cosas que también requerían su atención. Se ahorró tres o cuatro horas al día en coladas y las pudo dedicar a sus hijos, a hacer la comida, a comprar o a pasar el plumero. Quizá también a descansar un rato, aunque conociéndola y conociendo a las mujeres de su generación, las jóvenes de la Guerra Civil, lo de tomarse tiempo para ellas no entraba en sus planes.
Y, ¿qué tienen que ver mi abuela y su lavadora con esta hamburguesa? Pues miren, esta hamburguesa también la ha preparado un robot. Exingenieros de la NASA han diseñado una máquina que elabora 360 hamburguesas por hora, una cada diez segundos. “Nuestro dispositivo no está orientado a hacer que los empleados sean más eficientes, -han contado-, sino que está orientado a obviarlos completamente”. Es decir, a eliminar completamente la mano humana en la cadena de montaje del bocadillo.
Eso sería fantástico claro. Sería fantástico si ocurriera como con la lavadora. Te quito el trabajo monótono y pesado para que te puedas dedicar a otras cosas: a atender mejor al cliente en la barra, a tener más limpio el restaurante o a estudiar para buscar nuevos platos que entusiasmen a los comensales.
Pero me temo que la máquina va a servir para seguir fagocitando puestos de trabajo. La empresa que la ha fabricado, Momentum Machines, asegura que un local de comida rápida gasta 135.000 dólares al año en sueldos para los empleados que preparan las hamburguesas. Así que ahí lo tienen: hola robot, adiós trabajadores. Y a seguir forrándose. Los de siempre, claro.