THE OBJECTIVE
Teresa Viejo

Ciudadano Isidoro

Hubo una mañana en que España no ganó para sustos. En apenas unas horas se quebraron nuestros referentes empresariales y eso provocó vértigo.

Opinión
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Hubo una mañana en que España no ganó para sustos. En apenas unas horas se quebraron nuestros referentes empresariales y eso provocó vértigo.

Hubo una mañana en que España no ganó para sustos. Uno de esos días donde la actualidad se construye a pespuntes y los ojos saltan de un titular a otro sin tregua. A la muerte de un icono, y Emilio Botín lo era, se sumaron los sobresaltos de Isidoro Álvarez, cuyo ingreso hospitalario no hubiese trascendido de no ser porque las finanzas del país andaban con el corazón en vilo, y la caída del caballo –literal- de Josep Oliu, presidente del Sabadell.

En apenas unas horas se quebraron nuestros referentes empresariales y eso provocó vértigo.

Aquí los prohombres, además de pocos, son osados; de lo contrario no abandonarían las páginas de la microeconomía para ilustrar las de color salmón, territorio exclusivo de la macro. Sus nombres se cuentan con los dedos de una mano. Puede que para el común de los mortales se trate de cuestionables ejemplos, pero su escasez les convierte en rara avis en un país donde emprender no se trata de un hábito, sino de una excepción. No entro en si resulta fácil o no, si existe un marco legal propicio o un sistema impositivo criminal que aborta las ideas antes de que nazcan, simplemente no existen una docena de Corte Inglés poblando las calles, ya que en el territorio de las pequeñas y medianas empresas Zara o Mercadona más que negocios, son auténticos fenómenos.

En todo caso los ciudadanos visualizamos al frente a un emprendedor con tintes paternalistas –mejor que a un aséptico fondo de inversión-, porque la romántica visión del empresario forjado a sí mismo que idea, promueve, anima y edifica su sueño, sigue despertando admiración en el imaginario colectivo. Un ciudadano Kane en versión cañí.

El día en que “papá” Botín se despidió de los mortales, a punto estuvimos de quedarnos huérfanos.

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