Un espía para la eternidad
A todos nos fascinó en Magnolia, Truman Capote Oscar y Globo de Oro 2006 al mejor actor, La guerra de Charlie Wilson, La duda, Los idus de marzo, Moneyball, The Master Y todos nos quedamos noqueados cuando nos enteramos de su muerte.
A todos nos fascinó en Magnolia, Truman Capote Oscar y Globo de Oro 2006 al mejor actor, La guerra de Charlie Wilson, La duda, Los idus de marzo, Moneyball, The Master Y todos nos quedamos noqueados cuando nos enteramos de su muerte.
A todos nos fascinó en “Magnolia”, “Truman Capote” —Oscar y Globo de Oro 2006 al mejor actor—, “La guerra de Charlie Wilson”, “La duda”, “Los idus de marzo”, “Moneyball”, “The Master”… Y todos nos quedamos noqueados cuando nos enteramos de su muerte en Nueva York el pasado 2 de febrero. Mientras esperamos “God’s Pocket” y las dos entregas de “Los Juegos del Hambre: Sinsajo”, podemos volver a disfrutar de la humanidad y el talento descomunales de Philip Seymour Hoffman en “El hombre más buscado”, donde interpreta su último papel como protagonista absoluto.
En esta sobresaliente adaptación de la sombría novela de John le Carré, Hoffman da vida a un quemado espía alemán, honesto y meticuloso, que lidera un grupo antiterrorista al margen de la ley y en pulso permanente con la CIA y la policía convencional. Sus firmes convicciones morales serán puestas a prueba cuando investiga a un inmigrante ilegal —mitad checheno, mitad ruso y ferviente musulmán—, que puede ayudarle a desvelar un turbio entramado empresarial y filantrópico de financiación de yihadistas.
El guionista australiano Andrew Bovell (“Lantana”, “Al límite”) y el director holandés Anton Corbijn (“Control”, “El americano”) se lucen en su actualización del mejor cine de espías de los años 70 del siglo pasado, vibrante en sus secuencias de acción y densa en la recreación de la atmósfera malsana de la historia. Pero quien hace memorable esta película es Philip Seymour Hoffman. Con riguroso acento alemán, magníficamente secundado por Rachel McAdams, Willem Dafoe, Robin Wright y Daniel Brühl, Hoffman compone un personaje conmovedor, de esos que se instalan en la cabeza y el corazón, digno de Bogart, Pacino o DeNiro, y cuyo grito final cabe incluir en las antologías del género y del cine en general. Qué gran pérdida para el séptimo arte.
