THE OBJECTIVE
Marcela Sarmiento

Pandemia digital

La desesperación por querer ser reconocidos en las redes con imágenes “únicas e irrepetibles” está creando un fenómeno que lejos de narcisista pasa a convertirse en una seria pandemia digital.

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La desesperación por querer ser reconocidos en las redes con imágenes “únicas e irrepetibles” está creando un fenómeno que lejos de narcisista pasa a convertirse en una seria pandemia digital.

Y yo que pensaba que sólo dos a punto de dar el “sí”, eran los únicos capaces de cualquier cosa por ser fotografiados para la posteridad en las más intrépidas poses. Durante un salto en paracaídas, colgando de alguna montaña, al pie de un cráter e incluso nadando con los tiburones en un tanque de agua. Algunas confieso que son instantáneas divertidas otras sin duda  sobrepasan los límites de la cursilería matrimonial. En ambos casos los novios se encargan de que el planeta se entere de la original ceremonia como símbolo de buena suerte.

Lo veo simplemente como adultos locos de amor o no, conscientes o no, de sus actos pero al fin y al cabo libres de tomar sus decisiones. Hasta ahí todo bien porque si algo falla en el peligroso intento, pues allá ellos. Pero esta imagen es como para no creer de lo absurda que resulta. Es más, si hubiera sido yo quien se encuentra con semejante escena, es muy posible que del susto me hubiera dado mareo y por consiguiente sería la víctima mortal de un paseo con triste final.

 Mis niveles de adrenalina no son precisamente lo más elevados y entiendo que quienes los tienen, les encanta dejar constancia de sus actos heroicos. Y si no es así, entonces ¿para qué esta fotografía?.  Quizás por mi poca actitud temeraria me resulta una verdadera locura que una familia ponga en riesgo la vida de uno de sus miembros que afortunadamente apenas gatea. ¿Qué tal que la criatura fuera capaz de ponerse en pie?

Para empezar hay que reconocer que el paisaje es precioso. Luego las fotos con el infinito a nuestras espaldas siempre serán las más aplaudidas del álbum. Pero resumo la historia. Noruega. Mirador excepcional. Sol. Día perfecto. Tres irresponsables. Otro que mira de lejos. Un precipicio. Un click. Un tierno bebé. Trofeo en forma de foto. Ponerla en el perfil de cada uno en las redes sociales.

A menos que sea un concurso de una revista para padres sin cordura que premia la foto más peligrosa de la historia, esto no tendría algún sentido. ¿Pero hasta dónde estamos dispuestos a llegar por un captar un recuerdo con nuestras cámaras? Parece que sin foto, los momentos no existieron. El momento real toma sentido cuando lo convertimos en virtual. Es inaudito poner a posar a un bebé al filo de 600 metros de altura. La desesperación por querer ser reconocidos en las redes con imágenes “únicas  e irrepetibles” está creando un fenómeno que lejos de narcisista pasa a convertirse en una seria pandemia digital.

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