La catástrofe europea vuelve a amenazar
Algo nuevo habrá que hacer para que esta Europa perezosa y hoy pobre que se había instalado en la política del endeudamiento y la prosperidad artificial vuelva a crear riqueza para sus ciudadanos.
Algo nuevo habrá que hacer para que esta Europa perezosa y hoy pobre que se había instalado en la política del endeudamiento y la prosperidad artificial vuelva a crear riqueza para sus ciudadanos.
Las catástrofes naturales, las epidemias y las atrocidades del hombre han sobrecogido al mundo durante estos últimos tiempos: se unen sequías históricas -aquí mismo, en el sureste español, o en el Líbano-, tifones brutales en Filipinas, el ébola que amenaza la población de países enteros en África occidental, donde se une a los siniestros asesinos de Boko Haram, y de ahí a todos los demás componentes de esa ameba gigantesca y cambiante llamada Estado Islámico, y un Putin que sigue recreando el escenario previo a la II Guerra Mundial con sus agresiones y anexiones territoriales, a las que Occidente responde con cuentagotas…
Pues bien, dentro de ese escenario bastante dantesco, una de las mayores amenazas, pero una amenaza que difícilmente puede plasmarse en alguna de las fotografías impactantes de un resumen semanal de The Objective, está creciendo silenciosamente ante nuestros ojos y puede acabar siendo tan letal como cualquiera de las demás. O sobrepasarlas.
En medio de mensajes cruzados que se pretenden prudentes para no alimentar a la bestia, lo que está sucediendo es que el esfuerzo de Europa por salir de su profundo hoyo económico -esa recesión que algunos comentaristas ya tildan de Segunda Gran Depresión- bien podría agotarse sin mejorar de verdad la situación, y con ello multiplicar las pérdidas y las cifras de parados ya acumuladas desde hace siete años. El rigor fiscal unido a la liquidez gratuita para la banca que ha pilotado la Unión Europea no se traduce en crecimiento porque no aumentan la productividad, el consumo ni el poder adquisitivo, y a quien casi nada tiene la banca ya no presta -lección primordial del estallido de la burbuja inmobiliaria- y se recrea así un círculo vicioso de estancamiento de la economía real.
Las propuestas ‘progresistas’ de salir de ésta con una nueva burbuja, ya sea de dinero o de obra pública, amenazan con agravar la situación aún más. Pero algo nuevo habrá que hacer para que esta Europa perezosa y hoy pobre que se había instalado en la política del endeudamiento y la prosperidad artificial vuelva a crear riqueza para sus ciudadanos.