Selfiemanía y fotoperiodismo
La tecnología ha conseguido que se democratice el mundo de la imagen. Los smartphones se han convertido desde hace unos años en un artilugio imprescindible para inmortalizar momentos inolvidables e irrepetibles.
La tecnología ha conseguido que se democratice el mundo de la imagen. Los smartphones se han convertido desde hace unos años en un artilugio imprescindible para inmortalizar momentos inolvidables e irrepetibles.
La tecnología ha conseguido que se democratice el mundo de la imagen. Los smartphones se han convertido desde hace unos años en un artilugio imprescindible para inmortalizar momentos inolvidables e irrepetibles. No es extraño, por tanto, ver a todo el mundo intentando hacerse el selfie más original o grabando un vídeo con impresionantes efectos gracias a la última aplicación.
Algunos colegas del fotoperiodismo están viendo esto como un intrusismo peligroso. A mí me parece más bien una tendencia tan apasionante como imparable. De hecho, el prestigioso World Press Photo ha premiado ya varias imágenes recogidas con móviles por ciudadanos de a pie y que pasarán a la historia. Y es, a mi parecer, lo mejor que puede ocurrir en un sitio donde los periodistas no estaban presentes.
Creo que hay espacio para todos. Si bien es cierto que los que llevamos esto en la sangre tenemos un sexto sentido –y la experiencia- para poder captar lo que otros ojos nunca verían. Porque “una foto” la puede hacer cualquiera, pero lo difícil es hacer “la foto”, la imagen que prácticamente habla sola, sin necesidad de ponerle un texto explicativo. Por tanto, así como todos podemos tener buenas ideas, lo más difícil es tener lo que en el mundo creativo llaman una “big idea”, algo con lo que no se puede competir.
Lo único que detesto de esta selfiemanía es lo que la gente se está perdiendo más allá de su propio ego. Resulta incluso cómico ver cómo parejas, amigos, turistas, familiares, etc, se autoinmortalizan en momentos en los que a su lado están pasando cosas impresionantes. Pero tanta autoreferencia les ha provocado una especie de ceguera para ver más allá de ellos mismos. Una lástima.
Y también una buena oportunidad para los que preferimos buscar otros protagonistas. Todos salimos ganando.