El sexo manda
¿Qué se supone que tenía que hacer Jabbari? ¿Dejarse violar? Quizá, ¿dejarse matar? El sexo de la joven, por desgracia, ha determinado su futuro.
¿Qué se supone que tenía que hacer Jabbari? ¿Dejarse violar? Quizá, ¿dejarse matar? El sexo de la joven, por desgracia, ha determinado su futuro.
Rayhaneh Jabbari tenía 19 años cuando, en julio de 2007, fue detenida por el asesinato de Morteza Abdolali Sarbandi. La joven, decoradora de interiores, fue contratada por el fallecido, cirujano y antiguo empleado del Ministerio de los servicios secretos, para rediseñar una oficina. Era una trampa. En vez de dirigirse allí, Sarbandi llevó a Jabbari a una casa dónde abusó de ella física y sexualmente. Una trampa que le costaría la vida a ambos.
Tras asaltarla, le propició una puñalada en el hombro que le costó la vida. La mujer, asustada, salió de allí, no sin antes llamar a la ambulancia para avisar de la situación en la que se encontraba el presunto agresor.
Este sábado, sobre las tres de la madrugada, tras ser machacada, física y mentalmente, Rayhaneh Jabbari fue ejecutada en la prisión de Rajaei-Shahr, al oeste de Teherán, por matar a su presunto violador. La familia de la víctima no ha querido «perdonar» a esta joven iraní, pero ¿la familia de la decoradora tiene que perdonar que Morteza Abdolali Sarbandi, el presunto abusador sexual, cometa tal fechoría? Está visto que el perdón solo es válido para unos pocos.
Parece mentira que una mujer que ha sido atormentada de esta forma no tenga, ni siquiera, derecho a defenderse. ¿Qué se supone que tenía que hacer Jabbari? ¿Dejarse violar? Quizá, ¿dejarse matar? El sexo de la joven, por desgracia, ha determinado su futuro.