Abrazar la diferencia
¿Por qué Rajoy y Pablo Iglesias no toman el té? ¿Por qué Obama y Putin no juegan al tenis? ¿Por qué Merkel y Hollande no hacen juntos la compra?
¿Por qué Rajoy y Pablo Iglesias no toman el té? ¿Por qué Obama y Putin no juegan al tenis? ¿Por qué Merkel y Hollande no hacen juntos la compra?
El espacio que les separa es casi infinito. Sultan Kosen, el hombre más alto del mundo, estira su brazo para, justo antes de tocar el suelo, acariciar a la persona más diminuta del planeta. Ese eterno recorrido, que discurre por el brazo eterno de Kosen hasta llegar a tocar la mano del más pequeño, se torna maravilloso. En él caben muchas cosas, aquellos tópicos que ennoblecen al hombre, que hacen que la raza humana siga mereciendo la pena gracias a algunos.
Entre el techo y el suelo que hoy nos pone la naturaleza, 2,51 m y 54,6 cm, se esconde la positividad de la diferencia, la sonrisa que aparece cuando uno se da cuenta de que aquello que le enrarece puede llenarle de vida. Entre el más alto y el más bajito aparece un té compartido lleno de anécdotas, de historias parecidas, de complejos similares, de vaciles, de soledad, de reconocimiento, de alegría, de pena.
Entre el más estirado que se agacha y el más agachado que se estira aparecen dos extremos que se juntan, dos diferencias que se reconcilian, unos dedos que se abrazan, una lejanía que se estrecha, dos sonrisas que se admiran.
Porque a Chandra Bahadur Dangi no le importa que la corbata de Kosen sea más larga que él. Porque a Kosen no le enfada que sus dedos pudieran ser las piernas de Dangi. Porque Dangi no se sulfura pensando que su bastón podría cepillar los dientes de Kosen. Porque Kosen no enfurece cuando nota el dolor de espalda que le produce acariciar a Dangi.
¿Por qué Rajoy y Pablo Iglesias no toman el té? ¿Por qué Obama y Putin no juegan al tenis? ¿Por qué Merkel y Hollande no hacen juntos la compra? La distancia es grande, pero, ¿es un sendero casi interminable como el que separa a Kosen y Dangi? Quizá la clave de todo, y a la vez de nada, viva encerrada ahí, en ese abrazo a la diferencia.