Que llueva dignidad a cántaros
Tiene que llover dignidad a cántaros, para que se lleve por delante a tanto sinvergüenza, a tanto corrupto de pacotilla, a tanto nuevo rico con cultura de suplemento dominical que no hacen más que estorbar el desarrollo de este país.
Tiene que llover dignidad a cántaros, para que se lleve por delante a tanto sinvergüenza, a tanto corrupto de pacotilla, a tanto nuevo rico con cultura de suplemento dominical que no hacen más que estorbar el desarrollo de este país.
Como cantaba Pablo Guerrero allá por los años 70 “es tiempo de vivir, y de soñar, y de creer que tiene que llover a cántaros”.
Tiene que llover dignidad a cántaros, para que se lleve por delante a tanto sinvergüenza, a tanto corrupto de pacotilla, a tanto nuevo rico con cultura de suplemento dominical que no hacen más que estorbar el desarrollo de este país.
Que llueva a cántaros y se empapen de dignidad todos los que han estado mirando hacia otro lado, hinchando presupuestos, pagando por tonterías o favoreciendo a un primo de un cuñado en lugar de colocar al más preparado y válido.
Que llueva a cántaros y vuelva a ser normal aquella dignidad serena que tenían mis padres y mis abuelos y los tuyos y los de casi todos. Gente que trabajaba, amaba y se divertía tratando de “ser personas de bien y no cantamañanas”.
Hemos vividos años de cantamañanas y mindundis pisando moqueta. Eso no podía llevar a nada bueno y así ha sido. Había mediocridad en todas partes, chulería, falta de respeto, ignorancia y soberbia de nuevo rico.
Pero, como cantaba Pablo Guerrero, “tú y yo sabemos que hay señales que anuncian que la siesta se acaba, y que una lluvia fuerte (…) limpiará nuestra casa”.
Y está empezando a llover, y no va a parar. Lloverá dignidad a cántaros y se llevará toda la inmundicia. Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva.