Dignidad

Dignidad

Dignidad

Como nunca estuvo muy claro qué añade la dignidad a los derechos humanos, con el tiempo, aquélla ha aspirado a ser el fundamento metafísico de estos

Exaltación de la dignidad

Exaltación de la dignidad

El otro día estaba acodado viendo a unos niños jugar al fútbol con toda la dedicación de un jubilado. Esperaba a mi hijo, pero terminé siguiendo los lances del juego con un interés inusitado en un escéptico del fútbol como yo. Vi que, mucho más que los goles, resultaban excitantes, para los niños y para mí, los chutes que se estrellaban en el larguero o en la escuadra (lo máximo) o en alguno de los postes. El chasquido del balón transmitía mucha más épica, porque tenía el mismo merecimiento que un gol, o más, por lo ajustado, y a la vez, por el viril sabor del fracaso. No derrotaba al rival, era un plus y un acicate para la lucha de ambos equipos, que se reanimaba.

Alfie

Alfie

Hoy escribiré sobre un niño. Es algo que durante siglos y siglos resultó inusitado: cuesta encontrar en la Antigüedad clásica referencias literarias a los más pequeños. Si te ponías a escribir unas letras, las dedicabas a los dioses, o a hombres egregios cuyas hazañas merecieran ser rememoradas. Un crío es poca cosa.

Dignidad en la granja

Dignidad en la granja

¿Cuánto vale la vida de una persona? Quienes vivimos en democracias liberales pensamos que el valor del individuo tiende al absoluto. Pero no siempre ha sido así. Se trata de una convención. Históricamente, las personas no han gozado de los mismos derechos, ni siquiera de la misma dignidad. Aún es así en buena parte del mundo. Qué poco vale la vida de una mujer en Afganistán. La vida de una persona en Venezuela vale menos que un iPhone. Hay lugares donde los niños se tienen por cálculo de utilidad: son una fuerza de trabajo. Qué desgracia ser gitano en Hungría, homosexual en Pakistán, cristiano en Irak. Quién querría verse en la piel de un reo en Tailandia. Y en China, en India, nadie quiere hablar de la misteriosa desaparición de cien millones de niñas: según las estadísticas, la ratio de mujeres por cada hombre en estos países es de 0,94, mientras en el resto del mundo es de 1,05.

¡Asesinos!

¡Asesinos!

Cuánto tiempo la dignidad del hombre y el odio que se está acumulando a fuego, podrán sostener la insostenible situación que estamos padeciendo y presenciando con la vergüenza y la impotencia haciéndose cada vez más grande en nuestra consciencia.

Iguales y complementarios

Iguales y complementarios

Que una mujer lo diga así, ya es el colmo. Dice mucho de la mentalidad machista de este país. Sobre todo si se tiene en cuenta la vestimenta que en la India utilizan las mujeres. Según Asha Mirge las violaciones se deben al «comportamiento» de la mujer.

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