Pereza + codicia
La gente cobarde lo es entre otras razones por pereza, por no cambiar el estatus de estar tranquilo al de verse envuelto en líos, por no moverse en dirección al conflicto, con lo tranquilo que se está en este rinconcito.
La gente cobarde lo es entre otras razones por pereza, por no cambiar el estatus de estar tranquilo al de verse envuelto en líos, por no moverse en dirección al conflicto, con lo tranquilo que se está en este rinconcito.
Tradicionalmente no se le ha dado demasiada importancia a la pereza como causa de muchos de nuestros actos.
Me llama la atención la teoría de un historiador que resume los intereses del ser humano en dos: la codicia y la pereza. Dos cuestiones básicas por las cuales el ser humano, más o menos inteligente, se ha movido o ha dejado de moverse a lo largo de la historia.
La gente cobarde lo es entre otras razones por pereza, por no cambiar el estatus de estar tranquilo al de verse envuelto en líos, por no moverse en dirección al conflicto, con lo tranquilo que se está en este rinconcito. Estoy seguro de que hay personas que son buenas por perezosas: liarse la manta para robar o aprovecharse de algo o de alguien, es un lío que lleva trabajo.
La pereza invita subconscientemente a buscar las maneras más fáciles, rentables y seguras de hacer las cosas, de cultivar los tomates a tenerlos en la tienda de abajo. Esa pereza global e histórica es lo que impulsa a los grandes inventores tecnológicos a trabajar para hacernos “la vida más fácil”.
La codicia sí que le hace moverse a uno, no creo que por genética hiperactiva, sino para tener más, de sobra, y por consiguiente, tener más para más tiempo, y lograr así trabajar menos durante el máximo tiempo posible. Ya lo hacen los organismos vivos: almacenar toda la energía que pueden y procurar gastar la mínima.
Primero es el impulso de la avaricia para poder dejarse caer en la pereza después. Curiosamente la codicia comedida también da como resultado la creación de un sistema que crea riqueza como bien colateral.
Todos queremos no tener que poner en juego nuestra vida, disfrutar de oportunidades para mejorarla y poder optar a un poco más riqueza. A pasarla como flotando en una nube de algodón.
Que no nos falte un poco más de lo necesario, pero que eso no signifique tener que currar mucho para conseguirlo. ¿Bienestar igual a pereza? Querer más y cuanto más fácil mejor, puede ser tanto la publicidad de una nueva tablet, como la aspiración lógica de un amante, o el leit motiv de un estafador.
Los seres humanos siempre buscando el equilibrio entre la codicia y la pereza.