THE OBJECTIVE
Elsa Cardozo

Campanas en La Habana

Este paso a la normalización de relaciones contribuirá a mejorar el cada vez más reducido margen de maniobra del gobierno de la isla, pero también promete nuevas oportunidades para los cubanos, que por muchas razones se dieron a celebrar los anuncios apenas Castro terminó de hablar

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Campanas en La Habana

Este paso a la normalización de relaciones contribuirá a mejorar el cada vez más reducido margen de maniobra del gobierno de la isla, pero también promete nuevas oportunidades para los cubanos, que por muchas razones se dieron a celebrar los anuncios apenas Castro terminó de hablar

Hacia el mediodía del 17 de diciembre los cubanos escucharon con mucha atención el mensaje con el que Raúl Castro les trajo una noticia de inocultable trascendencia y largamente esperada.

Debieron oír primero la cuidadosa justificación por parte del gobierno que por más de medio siglo tanto ha usado y abusado políticamente de la animadversión hacia Estados Unidos. Por eso, como preámbulo, recibieron los argumentos legitimadores del acercamiento, tales como las referencias a una supuesta inclinación de Fidel Castro a resolver diferencias con Washington mediante negociaciones,  y a unas menos inciertas reiteraciones de la disposición al diálogo de su sucesor. Mucho más cerca del asunto en cuestión estuvo una breve pero llamativa reflexión sobre el dificultoso avance del plan de actualización del modelo económico “para construir un socialismo próspero y sostenible”.

La noticia del acuerdo para la liberación y llegada de los tres espías cubanos que aún permanecían presos en Estados Unidos fue colocada como asunto central, así como la entrega de prisioneros por parte de Cuba, explicada como una medida de carácter unilateral. Sólo después fue anunciado el restablecimiento de relaciones diplomáticas, pero recalcando que lo principal, el bloqueo, quedaba por resolverse. En efecto, se explicó a los cubanos que el llamado bloqueo sólo podrá ser levantado por el Congreso de Estados Unidos y, sin embargo, Raúl Castro reconoció la importancia de los acuerdos alcanzados y anticipó la posibilidad de lograr otros.

Este paso a la normalización de relaciones contribuirá a mejorar el cada vez más reducido margen de maniobra del gobierno (como los reacercamientos a la Unión Europea y la condonación de deudas por países como Rusia y México), pero también promete nuevas oportunidades para los cubanos, que por muchas razones se dieron a celebrar los anuncios apenas Castro terminó de hablar.

 “Campanas de iglesias se escuchan ahora mismo por toda La Habana”, reportó enseguida el único medio independiente cubano, 14ymedio. Hubo manifestaciones con gente en la calle, sin represión, a diferencia de lo padecido por disidentes apenas una semana antes.  

Si según la primera plana del  oficialista Granma las campanas doblan por el regreso de los cubanos liberados por Estados Unidos, para la mayoría de los cubanos se asoman otras muchas razones, o cuando menos expectativas, para hacerlas sonar: acercarse a la prosperidad y, fortaleciéndose como sociedad, a la libertad.

 

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