Lloramos por ti Argentina

El caso Nisman y sus entresijos, al igual que el de otros magnicidios, quedarán guardados bajo llave y pasará mucho tiempo hasta que realmente sepamos qué ocurrió.

A estas alturas de la historia, y con una tendencia natural del ser humano a creer en las teorías de la conspiración, el suicido de un fiscal que iba a presentar pruebas contra la presidenta de un país por haber encubierto un atentado terrorista, justo el día antes de comparecer ante el juez y habiendo advertido que le iban a matar por el hecho de haber llevado a cabo tal investigación, es campo abonado para todo tipo de conjeturas e hipótesis.

Si alguien piensa que la verdadera historia de lo que aconteció en la casa del fiscal Alberto Nisman antes de que una bala se alojara en su cráneo, verdaderamente estaremos ante un ingenuo. El caso Nisman y sus entresijos, al igual que el de otros magnicidios, quedarán guardados bajo llave y pasará mucho tiempo hasta que realmente sepamos qué ocurrió.

Resulta muy sencillo generar confusión, y tratándose de un asesinato orquestado por el poder establecido más aún. Si añadimos a la receta que los hechos se han producido en Argentina el resultado que puedes salir es totalmente impredecible.

De mis palabras se deduce que difícilmente puedo creer que un fiscal que ha estado durante numerosos años recogiendo pruebas se pegue un tiro en la cabeza la noche antes de presentar su caso ante la justicia. Lo que me asombra de esta historia es que alguien haya sido capaz de creer que la muerte de Alberto Nisman en ese momento iba a pasar desapercibida para la opinión pública. Que adalides de la justicia y tan bien relacionados con Argentina, como el juez Garzón hayan dado la callada por respuesta puede sorprender a algunos, pero que la misma Presidenta, y contra la que se dirigían los cargos, hiciera una declaración por Facebook en lugar de comparecer en persona es surrealista. Lloramos por ti Argentina.