Necesito tres Kit Kat

Necesito una pausa vital para respirar hondo y poder limpiar la huella de cansancio profundo que me van dejando algunas personas, como ojeras en el alma, como muescas en el corazón que no se van ni con el santo remedio de los besos.

Llega el sábado y, cuando la primera claridad asoma por la ventana, quisiera despertarme como en los anuncios de cereales: fresco, ligero, animoso, brillante, lozano; pero la realidad es que me doy al vuelta con perezosa dificultad y suspiro aliviado por haber sobrevivido una semana más al pluriempleo, las prisas y los torpes de espíritu.

Necesito una pausa vital para respirar hondo y poder limpiar la huella de cansancio profundo que me van dejando algunas personas, como ojeras en el alma, como muescas en el corazón que no se van ni con el santo remedio de los besos.

Necesito un Kit Kat para resistir a los que contaminan el espacio de trabajo con su energía negativa. Vampiros humanos que se alimentan de tu optimismo y te lo roban para transformarlo en un negro y lento presagio.

Necesito otro Kit Kat para combatir a los que ensucian nuestra convivencia, a los que nos roban, nos engañan, nos humillan y nos ignoran. Desde los encorbatados de iPhone y moqueta, hasta los niñatos del Seat León que nos hacen luces en la autovía.

Todos ellos te hacen daño, más del que crees, en tu pequeña vida íntima. Porque un día notas una negra sombra callada que te acompaña y no eres consciente de que son todos ellos los que la han convocado a tu vera. Y te miras en el espejo y el hombre que ves está triste, y es porque todos ellos le han robado sus sueños.

Por eso necesito tres Kit Kat ¿Tres? Sólo he mencionado dos ¿Y el tercero para qué es?
El tercero, amigo, es para ti. Te lo regalo, quizás tú también lo necesitas. Ánimo, hagamos una pausa y sigamos adelante. Les ganaremos.