Caladas y equilibrismo
El pitillo y el alquitrán, como la existencia, pueden traer el fin antes o después. Cuestión de tiempo, de suerte, de decisiones que comprometen, pero que no asesinan.
El pitillo y el alquitrán, como la existencia, pueden traer el fin antes o después. Cuestión de tiempo, de suerte, de decisiones que comprometen, pero que no asesinan.
El cigarro es la metáfora perfecta de la muerte, o de la vida, porque al fin y al cabo una no existe sin la otra. Caladas de tiempo consumen el camino. El alma, como el humo, se escapa y vuela hacia otra parte, hasta que no deja rastro. Vivir mata, y fumar también, porque fumar es vivir, aunque de un modo arriesgado y masoquista.
El pitillo y el alquitrán, como la existencia, pueden traer el fin antes o después. Cuestión de tiempo, de suerte, de decisiones que comprometen, pero que no asesinan. El fumador, como el que se abstiene, camina por la cuerda floja que le separa del final de la función. Ambos viven en peligro, pero uno de ellos juega con más riesgo porque decide llevar un cigarro en la boca. Puro placer, puro trance, pura adrenalina canalla que enamora con su falta de control. El hombre, de corazón débil, se deja engañar por la más puta.
La amenaza del placer puede con todos en algún momento de la travesía. Bendito instante, maravillosa sensación, pero qué perra es la vida cuando el riesgo engancha, destruye la libertad, y desequilibra incluso a los mejores equilibristas. Qué lejos está el oasis cuando no se decide, qué profundo es el pozo cuando no se elige, cómo se mueve la cuerda cuando hay que dar otra calada.