Debemos ser quienes somos
Si soy capaz de aceptar mi incapacidad, para realizar trabajos que no son los míos, ¿por qué me siento mal si no tengo ese cuerpo del que viven las modelos?
Si soy capaz de aceptar mi incapacidad, para realizar trabajos que no son los míos, ¿por qué me siento mal si no tengo ese cuerpo del que viven las modelos?
Casi todos los países, desde hace unos años, se están planteando el problema de la excesiva delgadez, de las modelos de pasarela, ya que estas mujeres de parámetros imposibles (una modelo que con un I.M.C. de 18 se considere gorda) inducen a las adolescentes a la anorexia.
Todavía no nos hemos dado cuenta de que ser modelo es un trabajo y que requiere de unas medidas especiales. No todo el mundo puede ser modelo. Debemos admitirlo y no querer ser lo que no somos en nuestra vida diaria.
La vida de una modelo está llena de sufrimientos. Muchos son los días en los que una manzana es lo único solido que ingieren, eso sí acompañada de ingentes cantidades de agua. Viajan por todo el mundo sin salir de la habitación de sus hoteles, tienen carencias afectivas y la soledad será su compañera más tiempo del que quisieran.
Viven en un mundo competitivo, en él que unos gramos de más pueden separarte del canon establecido, y en el que la compañera, que te ha sonreído al salir a desfilar, mañana no dudará en reemplazarte, por esos gramos de más, o si tus ojeras son demasiado acusadas.
Al acudir a un desfile, vemos a esas diosas sobre la pasarela y queremos ser como ellas. Cuando llega el verano, las revistas las muestran en sus portadas, tomando el sol, en la cubierta del barco de cualquier actor famoso, con unos bikinis imposibles que solo ellas pueden llevar…
Para muchas mujeres, sobre todo para las más jóvenes, representan un ideal, sus cuerpos y su forma de vida, el sueño que quisieran alcanzar.
Pero muchas mujeres no son conscientes de que el cuerpo de una modelo es su herramienta de trabajo, como lo son por ejemplo el cepillo y la tijera, para mi peluquera. Yo no sé modelar ni cortar el pelo como ella, y no me siento insegura por ello, no es mi competencia.
Si soy capaz de aceptar mi incapacidad, para realizar trabajos que no son los míos, ¿por qué me siento mal si no tengo ese cuerpo del que viven las modelos? Yo no vivo de la pasarela. No necesito tener una separación entre las piernas de 15 centímetros para poder ponerme un traje de baño este verano.
Por muchas enmiendas que imponga la ministra Marisol Touraine, por muchos certificados médicos que exija a las modelos, la única forma de combatir la anorexia es que de una vez por todas, las mujeres, especialmente las adolescentes, sepan quienes son en realidad y qué quieren hacer con sus vidas.
Por favor que no se engañen, no todas podemos, ni debemos, ser modelos.