Pregúntale al sol

Pienso en que desde este mismo lugar en el que estoy ahora, asomado a un patio, con el campo enfrente y el sol encajado entre dos lomas, muchos otros podrán haber visto esta estampa, en un día como el de hoy.

Amanece un día más en este viejo mundo. Miro el sol levantarse sobre la llanura de Castilla y pienso en los millones de personas que comparten este amanecer conmigo. La mayoría dormirán ahora, pero muchos otros estarán viendo el mismo sol que yo veo. Quizás desde la ventana de un hospital, envueltos en tristeza; o quizás desde otra ventana del mismo hospital, con un niño recién nacido en brazos, inundados de alegría. Quien sabe.

Pienso en que desde este mismo lugar en el que estoy ahora, asomado a un patio, con el campo enfrente y el sol encajado entre dos lomas, muchos otros podrán haber visto esta estampa, en un día como el de hoy. Un homo sapiens, asombrado y temeroso; o un caballero de camino a Toledo que acaba de salir de Illescas; o un esclavo romano llegando a la casa de su nuevo amo en la villa de Materno, hoy Carranque.

Al este sol de julio, implacable y terrible, le pregunto por mi vida, por los caminos a tomar; qué es lo accesorio y qué lo importante; cual es la clave de mi futuro. Le pido una señal, algo que me oriente sobre la llave que abre todas las respuestas. Pero el sol, asciende unos grados en el cielo y no me responde. Iluso.

Entro en casa, todavía en penumbra. Silencioso subo a la habitación, para no despertarla. Un rayo de sol, entra suavemente por una rendija y me invita a seguirlo con la mirada. La línea de luz se sube tímidamente a la cama y acaricia la planta de su pie. Ya tengo mi respuesta.