THE OBJECTIVE
Leopoldo Abadia

Conversaciones de paz

Quieren participar en conversaciones de paz. Para ello, se han puesto sus mejores galas (¡?), han sacado brillo al misil y han presentado su programa político, del que solo conocemos dos puntos: permitir que las mujeres trabajen y no realizar ataques suicidas

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Conversaciones de paz

Quieren participar en conversaciones de paz. Para ello, se han puesto sus mejores galas (¡?), han sacado brillo al misil y han presentado su programa político, del que solo conocemos dos puntos: permitir que las mujeres trabajen y no realizar ataques suicidas

Quieren participar en conversaciones de paz. Para ello, se han puesto sus mejores galas (¡?), han sacado brillo al misil y han presentado su programa político, del que solo conocemos dos puntos: permitir que las mujeres trabajen y no realizar ataques suicidas.

En la foto aparecen dos que me imagino que son señoras. No se les ve bien. Una de ellas lleva un arma en la mano, dispuesta a trabajar, ahora que les dejan, y comprometiéndose a no hacer ataques suicidas, porque, aunque algunos dicen que los programas electorales están para no cumplirlos, los talibanes en este asunto son muy formales.

Por último, un señor con barba, también elegante (¡?) y sin arma, porque habiendo dos armas potentes en el equipo, para qué quieres más. Solo serviría para que la gente no se fiara y pensara mal de ellos.

Conversaciones de paz. Basadas en una frase profunda del líder de ese nuevo grupo, que parece que había empezado a tiros, a ataques suicidas y a decir que la mujer, la pata quebrada y en casa, y en plena reflexión, ha susurrado: «Nos hemos dado cuenta ahora».

Lo del trabajo de las mujeres, al fin y al cabo, es reversible. O sea, no les dejé trabajar fuera de casa y ahora se lo permito. Lo peor es cómo explica el buen Mullah que, con los ataques suicidas, se equivocaron.

Pero lo arreglarán. Porque a la mujer que se quedó sin marido en un ataque suicida, le dirán sonrientes: «no te preocupes, que te dejaremos trabajar. Igual, en el trabajo, encuentras un novio».

Y el Mullah se irá a su casa, se pondrá los andrajos de domingo, limpiará el kalashnikov y hala, a hablar de paz.

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