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Una cumbre disparatada

En la época de las comunicaciones telemáticas se prodigan cada vez más las reuniones de alto nivel o “cumbres”. Sus costes son cada vez más onerosos, aunque solo sea “por razones de seguridad”, que se dice. ¿A qué se debe conducta tan irracional?

Opinión
  • Sociólogo español, colaborador habitual de medios de comunicación. Es catedrático emérito de Sociología de la Universidad Complutense. Realizó estudios de postgrado en la Universidad de Columbia y ha sido profesor visitante en las de Yale y Florida y en El Colegio de México.

En la época de las comunicaciones telemáticas se prodigan cada vez más las reuniones de alto nivel o “cumbres”. Sus costes son cada vez más onerosos, aunque solo sea “por razones de seguridad”, que se dice. ¿A qué se debe conducta tan irracional?

Hay una razón de imagen. Dichas cumbres son la ocasión para que se precipiten “pseudoacontecimientos”, esto es, ocasiones forzadas para que circulen imágenes de las personas poderosas. Pero la causa más mollar está en el juego de los grupos de presión. Cada vez son más fuertes, consiguen más beneficios económicos y actúan a escala internacional (“global” se dice ahora con dudosa metáfora).

En el caso de la última cumbre, la de París sobre el cambio climático, las circunstancias son de manual. El objeto de la reunión no puede ser más vaporoso. El clima siempre es cambiante, por definición. El hecho de que el planeta se esté calentando es un episodio que comenzó a finales del siglo XVII. Mil años antes se produjo el fenómeno opuesto: el calentamiento de la Tierra, por lo menos de Europa, que es lo que conocemos mejor. Tales ciclos seculares poco tienen que ver con la actividad humana o industrial.

Sin embargo, la opinión pública mundial está convencida de lo contrario, que el planeta se calienta por efecto de la actividad humana, y que eso va a ser un desastre, un anticipo del fin del mundo. La razón es que opera aquí el efecto de uno de los grupos mejor organizados del mundo: los ecologistas. Están en todos los países, en todos los partidos, en todos los medios. La cumbre de París ha sido el último episodio de su éxito. No importa que la única conclusión de tal cónclave haya sido dónde van a reunirse la próxima vez.