Con cuernos
Una de las cosas más irritantes de las modernas sociedades democráticas es ese perpetuo estado de rasgamiento de vestiduras y exhibición sentimental de que hacen gala los políticos, los medios de comunicación y, sobre todo, los ciudadanos. Ante el bronco debate protagonizado por Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, los medios y la “gente” en las redes sociales han sacado inmediatamente a pasear al santo de su devoción: la supuesta superioridad del Pueblo sobre sus políticos. Los periodistas dirán “la sociedad civil” en vez de “el Pueblo”, creyéndose que dicen algo.
Una de las cosas más irritantes de las modernas sociedades democráticas es ese perpetuo estado de rasgamiento de vestiduras y exhibición sentimental de que hacen gala los políticos, los medios de comunicación y, sobre todo, los ciudadanos. Ante el bronco debate protagonizado por Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, los medios y la “gente” en las redes sociales han sacado inmediatamente a pasear al santo de su devoción: la supuesta superioridad del Pueblo sobre sus políticos. Los periodistas dirán “la sociedad civil” en vez de “el Pueblo”, creyéndose que dicen algo.
Sánchez y Rajoy no habrían estado a la altura de los cargos que se les suponen. Es cierto que no hubo un debate verdadero, sino un intercambio de acusaciones e insultos, pero lo que me llama la atención es que los periodistas y los ciudadanos se auto-eleven por encima del nivel de las bestias para descalificar a los candidatos. Como si las tertulias políticas de las distintas televisiones no estuviesen precisamente a ese nivel tabernario, simplista, gritón y pendenciero. Como si los intercambios de insultos, memes más o menos graciosos o frases lapidarias escritas con faltas de ortografía en las redes sociales estuviesen a un nivel superior del debate protagonizado por el presidente y uno de los aspirantes.
El pueblo cree que sus políticos están desligados de la realidad social y que por eso “no los representan”. Esta idea absolutamente falsa se repite en todas las sociedades democráticas del mundo, desde España hasta Taiwán, y supone que la llamada clase política viene del Cielo o de alguna fábrica de políticos que tienen en China o en Bangladesh, vamos, que no tienen nada que ver con el puro y prístino pueblo democrático. Pues no queridos, los políticos y los medios son un fiel reflejo de la sociedad en la que se inscriben. Los políticos son pastores de rebaños sin cuernos, como decía Platón irónicamente en el “Político”, dejando entrever, que poco se diferenciaban, en realidad, de los rebaños con cuernos.
Así que… menos lobos, Caperucita.