Electoralismo negro
Una campaña electoral para unas elecciones generales siempre es un manadero de disparates a quemarropa, en el que los candidatos que se disputan el electorado hacen los malabares más histriónicos con tal de caer bien y de pie, como los gatos. En esa batalla dislocada en que los líderes salen a la palestra, desarropados del apoyo de sus asesores, pueden cometer los errores más funestos cuando ya no tienen delante el guión, sobre todo los viejunos, que ya van con la memoria y la neurona patinando por sus fueros.
Una campaña electoral para unas elecciones generales siempre es un manadero de disparates a quemarropa, en el que los candidatos que se disputan el electorado hacen los malabares más histriónicos con tal de caer bien y de pie, como los gatos.
En esa batalla dislocada en que los líderes salen a la palestra, desarropados del apoyo de sus asesores, pueden cometer los errores más funestos cuando ya no tienen delante el guión, sobre todo los viejunos, que ya van con la memoria y la neurona patinando por sus fueros.
Y es ésta una afirmación que lo único que corrobora es que de la mayor parte de las “promesas” que venden o de las cosas de las que hablan, por lo general no tienen ni puta idea de lo que están diciendo. Son solo unos “peleles” en el sentido más estricto, manejados como marionetas por el devenir de su oportunista discurso.
Así le ocurrió el otro día a Mariano Rajoy, al “oír campanas sobre un atentado” en Kabul, sin haberse enterado realmente de los desgraciados acontecimientos sucedidos, pero con la avidez electoralista de apuntarse un tanto y quedar bien. Y así, el hombre dijo: “»Esta tarde se corrió la noticia de que podía haber habido un ataque a la embajada de España en Afganistán. No ha sido así. No ha habido un ataque ni era la intención de hacerlo contra la embajada de España en Afganistán. Así lo han indicado los talibanes. En este momento, hay un policía español herido que ya ha sido evacuado, parece que las heridas no son de extrema gravedad, pero, insisto, lo están llevando al hospital. En este momento, han sido liberadas todas las personas que estaban trabajando como funcionarios en la embajada de España en Afganistán, y por tanto lo que parecía que era una mala noticia, pues al final por fortuna no es así. Creo que no hay víctimas españolas, no era un ataque contra nosotros”
Todo esto le pilló en Orihuela dando un mitin, recolectando votos a cualquier precio y regodeándose en el ombliguismo con que suelen regalar los adeptos.
Finalmente dos policías españoles habían muerto. Las palabras de Rajoy entonces: «Desde aquí nuestro cariño, nuestro sentimiento y nuestro amor por él y por todos sus compañeros».
En las elecciones, los candidatos de repente regalan “amor”. Qué ironía.