El hueco en la Navidad

Nos sentimos bien cuando alguien nos hace un hueco. Un hueco en la agenda, un hueco en la mesa, un hueco en el asiento, un hueco en la cama, un lugar, un espacio… Un hueco en la vida! Como diciéndole al otro, con hechos elocuentes, que es tan importante que le dejamos entrar. Por eso me encanta ver que los soldados italianos en Libia le han hecho un hueco a Jesús en el tanque de la guerra. Es posible la Navidad en medio del horror? Alguien sonríe al verlo…

Hace ya más de 2.000 años nadie les hizo hueco en su posada. Emigrantes de Nazaret a Belén tuvieron que refugiarse en una cueva donde lo único que podía calmarles el frío eran una mula y un buey. Hoy siguen peregrinando buscando un lugar que les acoja, huyendo de la guerra o del hambre, de la injusticia o de la vida indigna de ser humano.

No sé si nosotros les haremos un hueco en nuestra historia. Solo sé que si no lo hacemos es que estamos viviendo muy despistados. Porque la vida es una continúa acogida de gente haciéndonos un espacio de mil maneras. Y sobre todo de Aquel que quiso prepararnos un lugar en Su Casa, en sus entrañas, en su Vida plena… ¿Quién sería capaz de blindarse cuando solo puede vivir agradecido por tanto don recibido? ¿Quién puede olvidar a los abandonados cuando él mismo ha sido mil veces rescatado? ¿Quién cierra su vida a los excluidos después de sentirse integrado en el mejor Amor?

Navidad es hacer un hueco a los demás porque Alguien más importante lo ha hecho con nosotros. Navidad es el beso y el abrazo de quién nos felicita y nos recuerda al que no lo tendrá. Navidad es memoria con esperanza activa de todos los rincones donde sigue encarnándose Dios. Navidad es Él mismo irrumpiendo en nuestra vida y nuestra historia, con realismo, con sencillez, con profundidad… Por eso, son esos soldados que ponen humanidad en medio de la guerra y son esas víctimas que no se quedan en el odio y el rencor. Y somos tú y yo queriendo dar paso a una Vida que todo lo renueva.