La vida
A veces tengo reacciones impulsivas. Leo que la Inteligencia de Estados Unidos ha elaborado un informe sobre el panorama que se encontrará el próximo presidente: «económica, geopolítica, y socialmente, el mundo se aproxima a un abismo». Me dejo llevar por el impulso y pienso:»¡qué majo, Barack!»
A veces tengo reacciones impulsivas.
Leo que la Inteligencia de Estados Unidos ha elaborado un informe sobre el panorama que se encontrará el próximo presidente: «económica, geopolítica, y socialmente, el mundo se aproxima a un abismo». Me dejo llevar por el impulso y pienso:»¡qué majo, Barack!»
Ha estado 8 años y se va, porque constitucionalmente tiene que irse. Y al que venga -Donald, Hillary, algún otro- le deja lo que en mi tierra llaman un «empandullo». Por lo que parece, grave. Algo así como «esto se hunde, pero a mí no me coge debajo».
Pensando mal, puede ser que, subliminalmente, esté sugiriendo que Donald Trump es incapaz de arreglar esa situación cercana al abismo y que, con lo bruto que es, lo único que hará es dar un paso al frente y tirarnos allí abajo, y que, sin embargo, Hillary, demócrata como yo, dará ese mismo paso, pero hacia atrás.
La situación es mala. Quizá, más que mala, compleja. Pero las situaciones simples no existen. Siempre son complicadas, porque cuando se juntan muchos factores -sobre todo si esos factores se llaman Unión Europea, China, el terrorismo mundial- los problemas no se arreglan en una tarde.
Nunca se han arreglado los problemas -grandes o pequeños- en una tarde. Nunca. Siempre hay que dedicar tiempo, horas de discurrir, horas de sopesar opiniones diferentes, casi todas ellas muy respetables, lo que también exige tiempo para distinguir las muy respetables de las bastante menos respetables…
Y, mientras estás haciendo ese trabajo, suena el temporizador y te avisa de que tu tiempo se ha acabado. Que viene otro presidente y que le dejas a él el tinglado.
No es ningún fracaso. Es que la vida es así. Nunca resuelves todos los problemas, aunque te mates de trabajar. Siempre falta algo, que tratará de resolver el siguiente. Lo hará de distinta manera, con otro estilo, aunque en la toma de posesión asegure -honradamente- que va a continuar tu política.
Porque, gracias a Dios, todos somos diferentes. Esa es nuestra riqueza.
En el caso de Estados Unidos, el próximo Presidente, si es Republicano, dirá que amanece una nueva época y que todo lo hará distinto.
El próximo presidente, si es demócrata, dirá que amanece una nueva época y que continuará las políticas de su antecesor, que tanto lustre dieron a la nación.
Sin culpa alguna, ninguno de los dos dirá toda la verdad. Ni amanecerá una nueva época ni hará todo distinto (el republicano) ni todo igual (el demócrata). Cada uno hará lo que pueda, copiando lo que haga falta e innovando si se le ocurre algo.
Así es la vida.