La verdadera solidaridad
La verdadera solidaridad consiste en hacer tuyas las necesidades del otro. Por eso nuestra solidaridad más genuina va para con las víctimas y heridos de los brutales atentados de Bruselas. Sentimos su dolor como propio, porque interiorizamos que han sido ellos las víctimas de unos hechos en los que todos podíamos ser los siguientes. Porque su dolor es el mismo que interiorizamos los que compartimos los mismos códigos familiares, de personas que se dirigen al trabajo con cotidianidad, de personas que confían en la fuerza del imperio de la ley, de su democracia y la eficacia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
La verdadera solidaridad consiste en hacer tuyas las necesidades del otro. Por eso nuestra solidaridad más genuina va para con las víctimas y heridos de los brutales atentados de Bruselas. Sentimos su dolor como propio, porque interiorizamos que han sido ellos las víctimas de unos hechos en los que todos podíamos ser los siguientes. Porque su dolor es el mismo que interiorizamos los que compartimos los mismos códigos familiares, de personas que se dirigen al trabajo con cotidianidad, de personas que confían en la fuerza del imperio de la ley, de su democracia y la eficacia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Tenemos que tener claro un hecho fundamental. El Yihadismo, como cualquier forma de terrorismo, te mata por lo que eres, por lo que representas, no por nada que hagas o dejes de hacer. Por eso no se puede pactar, sólo se puede combatir. Y se combate en todas partes del planeta porque como demuestran esos inhumanos atentados, tanto la libertad como la democracia no admite parcelación. La libertad y las democracias y los derechos humanos se defienden en Bruselas, en la Habana, o Idomeni o no lo son. Es una lucha moral y de seguridad. Es una lucha por lo que somos. Pero los terroristas saben bien de nuestra fragilidad. Del componente del dolor en la razón de nuestra sociedad que prioriza el sentimiento. De la repercusión mediática que alcanza a nivel global. Ninguna otra noticia tiene el mismo impacto ni durante tanto tiempo. Y también sabe del refuerzo que tiene para sus huestes. Pero cegándose en nuestra fragilidad no saben ver nuestra fortaleza. Nuestra unidad, la de los demócratas, la dignidad y justicia y la verdad que otorgamos a las víctimas, y sobre todo, el imperio de la ley para vencer toda batalla en la que el poder arbitrario y el odio y el dogmatismo irracional son nuestros adversarios.