Se van a enterar
El pancismo afeó a Obama que en su viaje a España no se dignara correr un encierro, firmar una bota de jerez o darse coscorrones contra el santo, apremiado como estaba por los sucesos de Dallas. Así, con la misma flema de aquel mítico redactor del Arriba que, sentado a la máquina de escribir, iba voceando: «¡Se van a enterar en Moscú!», nuestro nuevo mester de la hidalguía ha cronometrado al mochilero. ‘Hum. Con éste, 50 minutos; con ése, 48; con aquél, 23. Y con los suyos, ¡ajá!, más de 3 horas. ¡Ahí lo tienen, éste es Obama, señores!’.
El pancismo afeó a Obama que en su viaje a España no se dignara correr un encierro, firmar una bota de jerez o darse coscorrones contra el santo, apremiado como estaba por los sucesos de Dallas. Así, con la misma flema de aquel mítico redactor del Arriba que, sentado a la máquina de escribir, iba voceando: «¡Se van a enterar en Moscú!», nuestro nuevo mester de la hidalguía ha cronometrado al mochilero. ‘Hum. Con éste, 50 minutos; con ése, 48; con aquél, 23. Y con los suyos, ¡ajá!, más de 3 horas. ¡Ahí lo tienen, éste es Obama, señores!’.
Algo habrá que achacar, asimismo, al prurito berlanguista, esa alucinación, tan española, de ver a Mr.Marshall en cualquier americano. El caso es que no. Que no sabemos. Aún no nos habíamos respuesto de la sentadilla que protagonizó el Adolescente cuando los periódicos, y muy concretamente dos, publican un vahído a cinco columnas. Un vahído, ay, geoestratégico. El continente aislado, parafraseábamos hace apenas un par de semanas a propósito del Brexit. Y todo para acabar gritando, como quien da un pase de pecho, ‘Hola y adiós’, que tanto me recordó al horrísono Hemos pasao.