THE OBJECTIVE
Guillermo Garabito

En el Marca no hay esquelas

A las puertas de la Navidad hay que dimitir siempre de algo. Los hay que dimiten del turrón en aras de la operación bikini y también los hay que se privan de algún cargo porque con cumplir con toda la familia en Navidad ya es bastante. Que Aznar deje la presidencia de honor del PP es de esas decisiones que uno no sabría si llevar en la sección de rumores o mandarla a las páginas del corazón directamente. Aznar es un rumor en sí mismo. Un eco que queda en la sede de Génova cuando paran los de las piquetas que reformaron la sede del PP. El PP le ha roto el corazón tantas veces a Aznar últimamente que ya no se presume reconciliación.

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En el Marca no hay esquelas

A las puertas de la Navidad hay que dimitir siempre de algo. Los hay que dimiten del turrón en aras de la operación bikini y también los hay que se privan de algún cargo porque con cumplir con toda la familia en Navidad ya es bastante. Que Aznar deje la presidencia de honor del PP es de esas decisiones que uno no sabría si llevar en la sección de rumores o mandarla a las páginas del corazón directamente. Aznar es un rumor en sí mismo. Un eco que queda en la sede de Génova cuando paran los de las piquetas que reformaron la sede del PP. El PP le ha roto el corazón tantas veces a Aznar últimamente que ya no se presume reconciliación.

El problema de España es que todas las desavenencias de Estado acaban pareciendo un culebrón del que se ordeñan más capítulos de los que da de sí. Cuando a Aznar ya lo tenían olvidado en el PP reaparece con este golpe de “efecto” que es un poner los pies sobre la mesa.

Aznar es el reflejo que ve Rajoy los días malos al mirarse de perfil, que quizá tenga algo que ver con aquello que le recomendó Juan Vicente Herrera de mirarse en el espejo hace tiempo donde Alsina. Rajoy, al que mi amigo Peláez llama “máquina”, ha ido cobrándose el cadáver de sus enemigos discretamente. Sin la necesidad cinematográfica y estridente de dejar cabezas de caballos entre las sábanas doradas en vez de una nota con su número de teléfono. Mejor el papel y el bolígrafo. De los SMS cualquiera se fía…

Va a ser cierto eso de que el presidente es hombre de gustos sencillos que dicen los que le conocen. Lo difícil con Rajoy es no saber que regalarle en Navidad. Un enemigo en bandeja de plata siempre es más socorrido que una corbata.

Esta renuncia de Aznar es un regalo de Reyes prematuro. Cualquiera imagina a Viri diciendo: “es que sé la ilusión que te hacía, por eso no puedo esperar para dártelo. Aquí tienes la renuncia de José Mari envuelta para regalo y enmarcada”. No es lo mismo que si le hubiera tocado la lotería, claro está. ¿O sí? por resolver a la gallega.

Rajoy lee el Marca porque en el Marca no hay esquelas.

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