África empieza en los Pirineos
África empieza en los Pirineos, pero en cuanto se sale de la “república catalana independiente” reaparece Europa.
África empieza en los Pirineos, pero en cuanto se sale de la “república catalana independiente” reaparece Europa. Así han puesto las cosas los separatistas. Los que nos hemos educado en la idea de que Cataluña era la región más avanzada de España, la que representaba la posibilidad hispánica de ser europeos, no salimos de nuestro estupor.
De repente –un ‘de repente’ trabajado durante décadas por el nacionalismo– Cataluña es un socavón carpetovetónico. Cualquier otro lugar de España es hoy más avanzado que Cataluña. La salida que teníamos para Europa se ha convertido en una trampilla que nos devuelve a la peor España: la de los espadones y las asonadas del siglo XIX, la de la ruina institucional que se traducía en ruina física. Cataluña es hoy Celtiberia Show.
El espectáculo de estas semanas, que culminó en la astracanada de anteayer y ayer, ha sido inaudito. La falta de decoro y de respeto –por sí mismos y por los demás– es el signo de una decadencia galopante. La “república catalana independiente”, por pretender huir de España con tan poca clase y tan poca inteligencia, ha recaído en la España de la que España ya se había librado.
Estaría por pensar que aquella Cataluña europeizante fue una proyección española, dinamitada ahora por los nacionalistas. Estos habrían dejado Cataluña reducida a lo que es: una cosa pequeña, pueblerina, entregada a eso tan español (en el viejo sentido) de disponerse a vivir peor en nombre de una idea falsa.
Estaría por pensarlo, pero no lo pienso: porque sé que los nacionalistas son solo una parte de los catalanes. Y será a los otros, a los no nacionalistas, a los que no han llevado ni una velilla en esta mojiganga, a los que tendrán que mirar los catalanes del futuro para no morirse de vergüenza.